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Adolescencias, recorridos y contextos

Una historia de sus concepciones psicoanalíticas

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Adolescencias, recorridos y contextos : una historia de sus concepciones psicoanalíticas / Mauricio Fernández Arcila. …
[et al.]. -- Medellín : Fondo Editorial FCSH, Facultad de Ciencias Sociales y Humanas de la Universidad de Antioquia, 2015.
382 páginas : (300 kb). -- (FCSH. Investigación)
ISBN 978-958-8947-02-0
1. Psicología infantil - Libros electrónicos 2. Psicoanálisis -

Libros electrónicos 3. Psicología del adolescente - Libros

electrónicos I. Fernández Arcila, Mauricio II. Serie.

LE150.195 cd 21 ed.

A1511368

CEP-Banco de la República-Biblioteca Luis Ángel Arango

El contenido de la obra corresponde al derecho de expresión de los autores y no compromete el pensamiento institucional de la Universidad de Antioquia ni desata su responsabilidad frente a terceros. Los autores asumen la responsabilidad por los derechos de autor y conexos.

  

Contenido

INTRODUCCIÓN

[PARTE I] IDEAS INAUGURALES ANTES DE LA PRIMERA GUERRA

1. LA ADOLESCENCIA EN LA OBRA DE FREUD

1.1 La pubertad y etiología de las neurosis

1.2 La metamorfosis hacia la genitalidad

1.3 La pubertad bajo el imperio del Edipo

2. LAS REUNIONES DE LOS MIÉRCOLES

2.1 El debate sobre el onanismo

2.2 Otros problemas de la pubertad tratados en Las Minutas

2.3 Inicio del movimiento psicoanalítico

3. HERMINE HUG-HELLMUTH: UN PRINCIPIO BOCHORNOSO

[PARTE II] ENTRE LAS DOS GUERRAS: NUEVAS APLICACIONES

4. AMPLIACIÓN DEL MOVIMIENTO PSICOANALÍTICO

5. EL NUEVO AMBIENTE EN VIENA

5.1 August Aichhorn

El estado de inadaptación o abandono

Principales aportes

5.2 Anna Freud

El Yo y el Ello de la infancia a la adolescencia

Relaciones entre las instancias y transformaciones del Yo

Las defensas adolescentes ante la angustia pulsional

La orientación educativa del adolescente

Adolescencia: ¿recapitulación o nuevos conflictos?

6. PSICOANÁLISIS Y MOVIMIENTOS DE JUVENTUD

6.1 Siegfried Bernfeld

La noción de pubertad prolongada

Tipos de adolescencia y sus fases

6.2 Bernfeld y el movimiento de juventud

6.3 Wilhelm Reich

Movimientos políticos juveniles en los años 30

El ideario de Reich

La represión de la vida sexual de los jóvenes

7. ERNEST JONES: EL PIONERO INGLÉS

7.1 Presentación biográfica

7.2 El recapitulacionalismo

[PARTE III] DE LAS MIGRACIONES HASTA MEDIADOS DEL SIGLO

8. HUIDA DEL NAZISMO HACIA EL MUNDO ANGLOSAJÓN

8.1 Sociedad Británica de Psicoanálisis

8.2 Controversias Melanie Klein / Anna Freud

9. CONTRIBUCIONES EN INGLATERRA

9.1 Melanie Klein

La pubertad según Melanie Klein

La técnica psicoanalítica con púberes

9.2 Kate Friedländer

10. ESTADOS UNIDOS Y LA SEGUNDA GENERACIÓN DE ANALISTAS

10.1 Legos, reformadores y ortodoxos

El culturalismo

10.2 Karen Horney

Etapas de la obra de Horney

La adolescencia femenina

10.3 Helene Deutsch

Relevancia de la psicología de la mujer

Prepubertad y ajuste a la realidad

Primera Pubertad

Pubertad o Adolescencia

Las tareas de la pubertad

Componentes del alma femenina

Acerca de la terapia

11. MEDIADOS DE SIGLO: NUEVA CONCIENCIA, NUEVO IMPULSO

11.1 Spiegel ¿un balance positivo o aparente?

11.2 Anna Freud: la adolescencia ha sido una “cenicienta”

Dificultades para el tratamiento y el conocimiento de la adolescencia

Aplicación de conocimientos a tres problemas

La hipótesis a la luz de los tipos de desarrollo adolescente

Adolescencia como perturbación del desarrollo

11.3 Eissler: perspectivas teóricas sobre el tratamiento

11.4 Lampl-de Groot: nuevos conocimientos, nuevas posibilidades

11.5 Kestemberg: las otras “cenicientas”

[PARTE IV] SEGUNDA MITAD DEL SIGLO VEINTE

12. LA EXPANSIÓN INTERNACIONAL DEL PSICOANÁLISIS

13. INGLATERRA A PARTIR DE LOS 60

13.1 Los aportes de Winnicott

El proceso de maduración

Tarea de la madre (ambiente cuidador)

Dificultades que pueden surgir en el proceso

13.2 Moses y Eglé Laufer

Tareas normales de la adolescencia

Investidura narcisista del cuerpo y el Superyó

La fantasía masturbatoria básica

La crisis del desarrollo (breakdown) y la patología

Evaluación del adolescente

Aspectos del proceso terapéutico

14. ESTADOS UNIDOS: AÑOS 50 A 60

14.1 Nociones desarrolladas en la Ego-psychology

14.2 Tres destacados inmigrantes

14.3 Erik Erikson

La naturaleza psicosocial de la crisis y la identidadadolescentes

La confirmación cultural de las identidades

La moratoria social y la adolescencia tardía

14.4 Peter Blos

Las fases de la adolescencia

El segundo proceso de individuación y el Edipo negativo

Las problemáticas del Yo

El problema de las actuaciones

14.5 Edith Jacobson

El duelo de la infancia

Remodelación de la estructura psíquica

La concepción del mundo y la transformación del Yo

Las turbulencias adolescentes y los cambios de humor

Solución normal y anormal del conflicto adolescente

15. EL KLEINISMO EN ARGENTINA: ABERASTURY & KNOBEL

15.1 Elaboración de duelos

15.2 La adolescencia normal

15.3 Relación con la psicopatía

15.4 Las defensas en la adolescencia

15.5 El mundo externo: la crisis de los padres y la sociedad

16. LA ESCUELA FRANCESA

16.1 Pierre Mâle

16.2 Évelyne Kestemberg

Vínculo entre narcisismo y problemática objetal

Narcisismo, Ideal del Yo y placer del funcionamiento mental

Transición o catástrofe

16.3 Philippe Gutton

17. JACQUES LACAN Y LA ADOLESCENCIA

17.1 Itinerario de Lacan

17.2 Ocurrencias de la noción

18. BAJO LA INFLUENCIA LACANIANA

18.1 Françoise Dolto

La adolescencia: segundo nacimiento o el drama de la langosta

Fragilidad y cuerpo en la adolescencia

18.2 Mannoni: analizabilidad de la adolescencia

Crisis adolescente

Analizar adolescentes por requerimiento de los padres

La originalidad de Winnicott

Crítica de Mannoni a Winnicott: el problema de lasidentificaciones

Sugerencia de intervención según Mannoni

18.3 Posturas antitéticas en los seguidores

CONCLUSIONES

BIBLIOGRAFÍA

 

Introducción*

Plantearse si la adolescencia constituye una realidad que ya existía desde tiempos inmemoriales, esperando ser descubierta, o si no es más que una construcción socio-cultural que requirió una coyuntura histórica particular para que pudiera ser “inventada”, es un falso dilema. De hecho, cada sociedad inventa su propio mito sobre el significado de la adolescencia para protegerse del problema humano que ella representa.

Según Philippe Ariès, la “adolescencia” no se manifestó de manera clara sino hasta finales del siglo XIX, mediante el personaje de Siegfried de una de las óperas del ciclo El anillo del Nibelungo (1876) de Richard Wagner1. El acento puesto en la fuerza física, la belleza y la espontaneidad, entre otras características de Siegfried, pasó a configurar, según este historiador, el prototipo del adolescente, tan llamativo social y psíquicamente en el siglo siguiente.

Ciertamente, en la segunda mitad del siglo XIX en Europa, en razón de la industrialización, la democratización, la escolarización obligatoria y el espíritu positivista del pensamiento social, se le da un nuevo lugar a la juventud:2 como oportunidad y como amenaza. La infancia popular representaba entonces más claramente a la ciudadanía futura (obrero, soldado, madre, ama de casa) cuya moralidad hay que proteger, o también, representaba una fuerza que cuestionaba el orden moral y social.

Desde ese momento y de manera recurrente, las necesidades políticas, educativas y de salud han llevado, en distintas épocas y geografías, a determinar el interés social en la juventud. De esta se han ocupado, desde hace tiempo, los discursos jurídicos, médicos, pedagógicos y psicológicos. Llama pues la atención que el psicoanálisis se haya ocupado de ella tan tarde; tímida y progresivamente a lo largo del siglo XX, como se demostrará en el transcurso de la presente obra.

Pero la categoría de adolescencia ya existía desde finales del siglo XVIII en el discurso médico, como conciencia de un período de la vida,3 y en ese mismo siglo, J. J. Rousseau, en el tratado pedagógico Emilio o de la Educación (1762), reconocía a la “adolescencia” en la medida en que entendió sus manifestaciones como un momento de crisis en la evolución del individuo, como un segundo nacimiento, el definitivo, en el que ya nada de lo humano le es ajeno.4 Pero el “drama” humano que en ella se presenta ya había captado el interés de insignes escritores, tanto años atrás, en el Robinson Crusoe5, así como poco más de un siglo antes, en Romeo y Julieta6, por ejemplo. Más remotamente aún, “ya le habían otorgado reconocimiento cultural las civilizaciones cazadoras-recolectoras y de la antigüedad que precedieron a la Ilustración”7.

Con todo y esa presencia constante, algo de ella intimida a los padres, a los historiadores o incluso a los psicoanalistas. Eso explica la relativa indiferencia psicoanalítica respecto a la adolescencia. No obstante, el entender esta razón no suprime la extrañeza que produce la escasa diversidad y extensión de las publicaciones hechas en lengua castellana de los trabajos psicoanalíticos que se ocupan de la adolescencia, a pesar de la significatividad psíquica de esta. En efecto, al iniciar el presente estudio se pudo constatar, todavía a partir de un conocimiento parcial del repertorio de las ediciones psicoanalíticas, que el material bibliográfico existente en la ciudad sobre el tema era incompleto y representaba desequilibradamente las diversas corrientes teóricas post-freudianas.

Es de suponer que, más allá del hecho de que la selección y la producción editorial en toda Hispanoamérica han estado sesgadas por factores comerciales y de moda, que dejan en el olvido a un buen número de escritos importantes, también tiene su responsabilidad en este relegamiento el hecho de que las sociedades psicoanalíticas locales, al momento de trazar las políticas de difusión, se sienten incómodas tratando con la adolescencia.

En consecuencia, si la revisión bibliográfica que constituye la base del presente trabajo apuntaba inicialmente a compensar la distorsionada difusión de la respectiva literatura psicoanalítica, finalmente encontró que la historia de ese valioso patrimonio teórico-conceptual no era lineal ni armónica, sino que reflejaba las resistencias fluctuantes a dejar emerger la concepción de ese objeto perturbador.

Si el presente estudio, en un comienzo, se proponía brindar una visión más completa del contenido de las principales concepciones psicoanalíticas sobre la adolescencia, de tal forma que sirviera ulteriormente a otros investigadores de guía para profundizar su conocimiento y para identificar y seleccionar la bibliografía que las sustenta, su ejecución fue mostrando que era más importante
la historia de dichas concepciones, en el sentido de que no siempre estuvo presente, ni para la clínica ni para la teoría psicoanalítica, la especificidad de los funcionamientos psíquicos adolescentes.

Ahora bien, para poder orientarse en la amplia historia de construcción del vínculo entre psicoanálisis y adolescencia, fue necesario adoptar algunos criterios preliminares para la revisión bibliográfica que permitieran seleccionar los textos a adquirir, y definir las pautas de su análisis y procesamiento. Fue entonces preciso partir de una primera representación de la evolución de esta masa documental e historia intelectual, así ella fuera incipiente.

A lo largo de la historia del psicoanálisis, algunos eventos notables delimitan períodos sobresalientes durante los cuales se combinan las perspectivas teóricas con los ambientes institucionales y los contextos locales y nacionales. Con la ayuda de este panorama se acometió, pues, la tarea de identificar, en dichos espacios, algo así como nichos intelectuales que hubieran sido cuna de gestación de conocimientos acerca de la adolescencia.

La secuencia temporal de estos espacios puede sintetizarse en cuatro momentos destacados, secuencia que además servirá de guía al ordenamiento y exposición de los capítulos:

Antes de la Primera Guerra Mundial es posible indagar, en la obra de Freud, en el seno de la naciente Sociedad Psicoanalítica de Viena, así como en los primeros años de difusión del psicoanálisis a través de su “movimiento” internacional, por los antecedentes y aportes teóricos que permitieron la emergencia de la noción de adolescencia (Parte I y II). Un segundo momento bien definido de esta historia lo constituye el auge que, en el período de entreguerras, tuvieron las aplicaciones del psicoanálisis a la educación y a los trastornos de los niños (Parte II).

En un tercer momento, la emigración forzada de muchos psicoanalistas, motivada por la persecución nazi, reconfigurará los espacios culturales, institucionales y clínicos en los cuales se continuarán los estudios sobre la adolescencia, particularmente en Estados Unidos y Gran Bretaña (Parte III). Por último, a mediados del siglo XX, a partir de una conciencia nueva acerca de la adolescencia y de la factibilidad de su tratamiento, posibilitada por la acumulación de investigaciones sobre el tema, toma forma un cuarto momento. Dicha conciencia conducirá a que se expanda el psicoanálisis de la adolescencia en la segunda mitad del siglo XX.

En efecto, el reconocimiento del saber capitalizado, combinado con los programas educativos y los centros asistenciales que renacen después de terminada la Segunda Guerra Mundial, determinarán el desarrollo de múltiples focos de cultivo del psicoanálisis de la adolescencia durante ese medio siglo y en diferentes países. Gracias a esto, durante ese período se desplegarán múltiples teorizaciones que insistirán en la especificidad de los procesos adolescentes y en diversas formas de su tratamiento (Parte IV).

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Aunque la presente investigación, desde un punto de vista metodológico, se ajusta en su mayor parte a pautas tradicionales, conviene señalar algunas particularidades de su diseño que difieren respecto a lo que comúnmente se practica en este tipo de estudios documentales, y que derivan de ciertas restricciones y criterios específicos asumidos.

Como es lo usual, para identificar los documentos pertinentes se partió de algunas bibliografías cronológicas sobre el tema, elaboradas por autores psicoanalíticos.8 Adicionalmente se recurrió a los dos métodos tradicionales de rastreo bibliográfico: el llamado “sistemático”, consistente en la consulta de catálogos, bases de datos y obras de referencia,9 a través de descriptores de la temática, y el llamado método “genealógico”, el cual, a partir del ordenamiento temporal y la comparación de las referencias bibliográficas hechas en los textos más actuales, busca establecer la serie o conjunto secuencial de los escritos de años anteriores a los que de manera reiterada remiten los distintos autores.

Como es sabido, luego de esta selección del material, la siguiente y más importante tarea es la del análisis textual. Para llevar a cabo esta última tarea se tuvo cuenta que el núcleo de todo texto argumentativo consiste en la tesis que enuncia y defiende, tesis que es necesario apreciar en función de la problemática que la sustenta. A su vez, esta responde a la pregunta que ha inducido la realidad clínica y, en esa medida, representa tanto el aporte teórico y clínico principal como el motor de la arquitectura y la dinámica argumentativa del texto.

Por otro lado, dicho análisis no debe dejar de intentar apreciar los valores, finalidades o alcances que adquiere la argumentación, en función del contexto y del inter-texto. A este respecto cabe distinguir contextos circunstanciales más o menos externos: desde la historia global, pasando por la historia interna del movimiento psicoanalítico, hasta la situación biográfica del autor. En cuanto al inter-texto, también tiene sus escalas, pues es posible enfocarlo en la red intradiscursiva de la obra del autor, o más allá, a través del conjunto de remisiones (explícitas o implícitas) a otros autores y escritos.

Con todo, el interés de este trabajo no fue el de hacer una descripción sistemática de contenidos, sino más bien el de esbozar una interpretación histórico-crítica, para la cual se requiere, en cambio, un análisis comparativo de las teorizaciones y de los usos de los conceptos, que apunte a determinar, más allá de los aspectos convergentes y divergentes, las razones y motivos a los que obedecen sus apropiaciones, acuñaciones o modificaciones. En este orden de ideas, para fijar el sentido del concepto nos ajustamos a una metodología10 según la cual su significado puede identificarse si se tiene en cuenta su uso en el contexto interno y su vinculación con otros conceptos, pero, ante todo, si se evalúa también
la evolución de sus variaciones en función del intertexto y en función del problema al cual se esfuerza en responder.

En consecuencia, más allá de la ubicación temporal y contextual (=eje histórico-geográfico), más allá de la determinación de la escuela o familia teórica en la que se inserta cada autor o cada contribución, y del destino o radio de influencia de cada orientación teórica (=eje genealógico-teórico), más allá de la definición de los contenidos preferentemente tratados por cada autor (=eje clínico-conceptual), idealmente se debería llegar a establecer “series interdiscursivas” (que no tienen que ser necesariamente “genealógicas”). Es decir, que luego de conocer las contribuciones de autores individuales, lo deseable sería aislar un conjunto de conceptos y temáticas de varios autores, los cuales, por el hecho de ser puestos en relación serial y a pesar de mantener su relativa discontinuidad, dejarían ver una problemática subyacente que posibilitaría devolver la potencia epistémica a palabras e ideas enmudecidas o inmovilizadas por los estereotipos de otras épocas.

Ahora bien, este propósito, al menos tal como acaba de presentarse, inevitable y lógicamente aparecerá a los ojos de cualquiera como inviable, dado su amplio e inabarcable objetivo. En realidad, este trabajo no pretende dar cuenta de todas las producciones existentes sobre el tema, ni construir profundas ni exhaustivas interpretaciones histórico-críticas; apunta tan solo a esbozarlas con la ayuda del estudio de apenas algunos cuantos autores, aquellos que se cree han tenido la mayor influencia en la construcción de una teorización y un tratamiento psicoanalíticos de la adolescencia.

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De todos modos, esta investigación, aunque tiene así definidas y limitadas sus metas, parece justificada por cuanto podría facilitar, tanto al novel estudioso como al más experimentado, un acercamiento histórico y sistemático a la producción psicoanalítica sobre la adolescencia, y constituir un medio de acceso a importantes elementos teóricos indispensables para la reflexión acerca de la juventud.

Por otro lado, los esclarecimientos teóricos resultantes pueden contribuir, potencialmente y a largo plazo, a que se integre en mayor proporción laapreciación de los procesos psíquicos en el momento de diseñar acciones y políticas encaminadas a la juventud colombiana, tarea esta que ha cobrado plena vigencia en la actualidad a partir de la promulgación de la Ley de Juventud y de su implementación en la administración de nuestra ciudad.

En este sentido, es nuestro deseo que los conocimientos psicoanalíticos acerca de este tema contribuyan al mejoramiento, al menos indirecto, de la juventud, en la medida en que amplíen los horizontes de comprensión de aquellas instituciones y personas que tratan de cambiar las condiciones juveniles.

Mauricio Fernández Arcila

NOTAS
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*   Con el fin de facilitar la ubicación cronológica de los textos, en los casos en que sea necesario se incluirán en las notas al pie tanto la fecha de publicación original como la de la edición consultada; en la bibliografía final también se hará esta precisión [Nota del editor].

1 Saúl Friedländer, 1975. Historia y psicoanálisis (Bogotá: Universidad Nacional, 1989), 150.

2. Con un criterio demográfico, la Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU) define a los jóvenes como las personas entre los 15 y 24 años de edad; período que, en consecuencia, incluye a la adolescencia, máxime si se tiene en cuenta la tendencia a su prologanción. Además, distintos países de Iberoamérica amplían dicho rango, iniciándolo antes (Colombia y México) y terminándolo después (Colombia, México, Portugal y España).

3. Jacques Arveillier, 2006. “Adolescence, médecine et psychiatrie au XIXe siècle”, Evolution psychiatrique, no. 71 (2006): 195-221.

4. Entre otras obras literarias de los siglos XVIII y XIX que tratan de problemas cruciales con los que se confrontan personajes jóvenes que no sobrepasan la veintena, adolescentes y púberes, se pueden citar también: Los sufrimientos del joven Werther (1774) y Los años de aprendizaje de Wilhelm Meister (1796) de Johann Wolfgang von Goethe, Noviembre (1842) de Gustave Flaubert, Los trabajadores del mar (1866) de Víctor Hugo, Despertar de primavera (1891) de Frank Wedekind.

5. Daniel Defoe, 1719. Robinson Crusoe, trad. Carlos Pujol (Barcelona: RBA, 1994).

6. William Shakespeare, 1957. “Romeo y Julieta” en Tragedias, trad. José María Valverde (Barcelona: RBA, 1994).

7. Louise Kaplan, 1984. Adolescencia el adiós a la infancia (Buenos Aires: Paidós, 2004), 44.

8. Particularmente Leo Spiegel, 1951. “A Review of Contributions to a Psychoanalytic Theory of Adolescence”, en The Psychoanalytic Study of the Child, vol. VI (1951): 375-393; Anna Freud, 1957. “La adolescencia”, en Psicoanálisis del desarrollo del niño y del adolescente, trads. Stella B. Abreu, Inés Pardal y Carlos E. Saltzmann (Buenos Aires: Paidós, 1976), 165-185; y Peter Blos, 1962. Psicoanálisis de la adolescencia, trads. Ramón Parres y Rosa Witemberg (México D.F.: Joaquín Mortiz S.A., 1971).

9. Para conocimiento de otros investigadores, dentro de esta clase de obras, cabe citar: Grinstein Index of the Psychoanalytic Writings, Psychoanalytic Electronical Publications, Dictionnaire international de la Psychanalyse, Dictionnaire des oeuvres psychanalytiques.

10. Similar a la adoptada en investigaciones anteriores; ver Mauricio Fernández, Del inconsciente freudiano al significante lacaniano (Medellín: Universidad de Antioquia, 2001), publicación que recoge el trabajo de año sabático, originalmente titulado Desplazamiento de la conceptualización sobre el inconsciente de Freud a Lacan (1995-96).

 

2. Las reuniones de los miércoles

Fredy Ricardo Moreno Chía y Mauricio Fernández Arcila

Es claro que Freud desarrolló múltiples consideraciones teóricas y clínicas acerca de fenómenos presentes en la adolescencia, empero él no la diferenció como una entidad independiente. Habida cuenta de la actitud de la sociedad vienesa hacia la juventud, es de suponer que sin la intervención de estímulos especiales, una inquietud teórica más consistente frente la adolescencia no podía desarrollarse. Es probable que la aparición de los movimientos de juventud alemanes en los albores del siglo XX1 haya contribuido a poner más atención en ella y a cambiar en algo la postura a su respecto, pero en realidad ella solo fue objeto de teorización sistematizada más tardíamente y por parte de otros autores.

En el año 1902 se inician las primeras reuniones de Freud con personas interesadas en estudiar el psicoanálisis. En un comienzo estuvieron presentes en ellas Alfred Adler, Max Kahane, Rudolf Reitler y Wilhelm Stekel, como quedó consignado en las Actas de la sociedad psicoanalítica de Viena2. Dichas sesionesfueron llamadas “Veladas Psicológicas del Miércoles” o “Reuniones de la Noche del Miércoles”. En el trascurso de los años se adhirieron al grupo otros participantes.

La parte más completa de las Actas3 de la Sociedad Psicoanalítica de Viena comprende los años 1906 a 1915, época durante la que se contó con la presencia de Otto Rank, quien ejercía entonces como secretario oficial y remunerado de la Sociedad. Sobre los años 1915 a 1918 existen algunos informes, pero fragmentarios e incomprensibles. De 1918 a 1933 solamente se consignan aspectos administrativos.

Sin pretender hacer un examen detallado de la correlación entre la evolución de la teoría de Freud sobre la adolescencia y las discusiones sostenidas en las Reuniones Psicológicas de los Miércoles, es indudable que en sus debates, al igual que en la obra de Freud, era tenida en cuenta la condición etaria o biológica para diferenciar a algunos pacientes como “jóvenes”, “hombres en crecimiento” o “adolescentes”, pero, desde un punto de vista psíquico, todos los participantes consideraban todavía a los sujetos jóvenes como niños o bien los trataban como adultos; no se les reconocía explícitamente a los adolescentes un estado específico de naturaleza psíquica, o incluso sociocultural, distinto al del niño o al del adulto. Es claro que la manera como en dichas reuniones fueron tratados los tópicos relativos a la adolescencia correspondía al gran interés que ellos suscitaban; aquella, en cambio, no era abordaba teóricamente de una manera específica, ni fue objeto siquiera de un esbozo de teorización.

Los temas concernientes a la pubertad infiltraban episódicamente las discusiones tenidas en las Reuniones Psicológicas de los Miércoles: el suicidio, el onanismo, la homosexualidad, la educación sexual, familias incestuosas o parricidas, dificultades nosológicas a partir del caso de un adolescente, papel de la escuela y de la homosexualidad latente de los profesores, relación de la creencia en Dios con la fe en el padre.

Dichos temas eran objeto de una consideración apasionada, pues tocaban puntos censurados en tiempos de una sociedad muy autoritaria. Pero entre ellos, el onanismo fue ganando un interés creciente en los distintos participantes, a medida que evolucionaban los debates en estas reuniones.

2.1 El debate sobre el onanismo

La discusión sobre el onanismo fue más prolongada que la anterior sobre el suicidio, pues “abarcó nueve reuniones vespertinas entre el 22 de noviembre de 1911 y el 24 de abril de 1912”4.

Esta, sin embargo, no es la primera vez que Freud trataba la cuestión. Con anterioridad sus enunciados sobre el tema concernían a tres puntos relacionados: el valor etiológico de la masturbación en las neurosis (ante todo las neurosis actuales más que en las de transferencia); el papel que asume el onanismo luego del abandono de la teoría de la seducción, y en tercer lugar la definición de tipos de masturbación según el momento del desarrollo libidinal.

Con la renuncia a la teoría de la seducción en 1897, Freud cambia su visión etiológica acerca de la relación entre neurosis y masturbación. Así, mientras que en “Nuevas puntualizaciones sobre las neuropsicosis de defensa”5 consideraba que la masturbación infantil era el producto de una seducción, después de 1897 considerará que la fantasía de seducción es en realidad una defensa frente a la actividad masturbatoria de la infancia. Este viraje respecto a la manera de concebir la relación entre seducción y masturbación, se opera cuando la sexualidad infantil se ha constituido en el pensamiento freudiano como un factor determinante.

La masturbación deviene, pues, el contenido sobre el cual se efectúa la defensa y en aquello que marca los destinos de la sexualidad en la pubertad y la adultez6, y esta posición de Freud no puede verse como pasajera, pues en 1917 la reafirma casi en los mismos términos.7

Freud estableció y diferenció los modos de masturbación del autoerotismo infantil desde los “Tres ensayos...”. En esta obra discrimina entre el onanismo de la lactancia, el onanismo de los cuatro años (onanismo propio de la fase fálica y del que hace depender el complejo de castración), y por último, el onanismo de la pubertad. En el “Hombre de las ratas”, considera que el onanismo de la pubertad no es otra cosa que “el refrescamiento del hasta hoy siempre desdeñado onanismo de la infancia, que alcanza su apogeo casi siempre hacia los 3, 4 o 5 años”8. Es decir, es el mismo onanismo de la lactancia que había quedado suspendido en el período de latencia; solo que este onanismo infantil se ve revitalizado por la segunda oleada pulsional propia de la pubertad y bajo el imperio, en este momento, de lo genital.

Ahora bien, estas prácticas onanistas, como lo expresará en “Fantasías histéricas y su relación con la bisexualidad”, encuentran su soporte no solo en las modificaciones anatómicas, sino también en las fantasías que alimentan el acto. En un principio, opina Freud, la acción autoerótica destinada a “ganar un placer” de órgano no se acompaña de ninguna representación-deseo, solo después viene a unírsele “una representación-deseo tomada del círculo del amor de objeto”9. Tras abandonar este tipo de satisfacción la fantasía se hace inconsciente, y si no aparece un modo de satisfacción sexual alternativo o sublimatorio, si el individuo se esfuerza en la abstinencia, la fantasía será reforzada y se materializará en un síntoma. En este sentido las fantasías que acompañaron el acto onanista devienen la fuente de los síntomas. Un ejemplo que ilustra esta particular forma de conformación del síntoma se encuentra en el caso de la joven Dora.

En “Sobre la más generalizada degradación de la vida amorosa”, Freud plantea el importante papel de las fantasías de masturbación en lo tocante a los deseos incestuosos. Estima que los actos onanistas refuerzan la “fijación” en los objetos infantiles, y que en nada cambia que “en las situaciones fantaseadas que llevan a la satisfacción onanista los objetos sexuales originarios sean sustituidos por objetos ajenos”10. Es rotundo en afirmar que “en la colocación real de la libido no se consuma progreso alguno”, pues ella sigue adherida en lo inconsciente a los objetos incestuosos, “fijada a fantasías inconcientes incestuosas”11 cuyo resultado es la impotencia absoluta del joven.

Por otra parte, la relación con la culpa de la fantasía masturbatoria, más que el acto onanista mismo, puede ser tal que dé lugar al denominado masoquismo erógeno y regresiones libidinales (Hombre de los lobos) o a tentativas de emancipación (Hombre de las ratas). Ahora bien, para conocer las ideas sobre la masturbación sostenidas por otros integrantes de la comunidad psicoanalítica de entonces, es de utilidad remitirse al Simposio sobre el Onanismo. El escrito de Freud titulado “Contribuciones para un debate sobre el onanismo”12, comporta las conclusiones que él hiciera para dicho Simposio, durante la última reunión tenida el 24 de abril de 1912 (y que en las Actas aparece bajo el nombre de “Epílogo”). Es, pues, una especie de balance.

Según esta síntesis, parece haber un consenso en torno a la importancia de la fantasía que acompaña a la masturbación y del sentimiento de culpabilidad anclado al onanismo. Las divergencias nacen principalmente respecto al reconocimiento de algún factor somático en la masturbación, a la nocividad de la masturbación y a la universalidad de la actividad masturbatoria en la infancia. También se presentan incertidumbres en torno a la relación del onanismo con las neurosis actuales.

Las intervenciones de Freud durante el Simposio se circunscriben a repetir puntos de vista ya comentados. Su posición se matiza un poco, pues aunque sigue pensando que el onanismo es una expresión sintomática, llega a aceptar que en ciertas condiciones podría practicarse sin consecuencias.

Con Stekel discute sobre las neurosis actuales, y lo contradice manifestando (como ya lo hacía desde la sesión del 15 de enero de 1908) su convicción acerca del carácter dañino del onanismo, tanto en un plano somático como en la neurastenia, como también, y de modo más grave, en el campo psíquico (“fijación de las metas infantiles y la permanencia del infantilismo psíquico”, facilitación del camino hacia la neurosis y hacia la impotencia). Con todo, parece indicar que habría un lapso de tiempo durante el cual dicha práctica sería innocua. Además, observa que cierto rebajamiento en la “potencia viril” sería benéfico para la cultura en la medida en que le permite al hombre observar las virtudes exigidas de la “templanza y la formalidad”.

Por otra parte, declara renunciar a su tesis sobre la “ubicuidad del onanismo” debido a las críticas de Reitler. Así mismo, exhorta en varias ocasiones a los otros interventores a no olvidar la diferencia entre la masturbación universal del infante y la masturbación de la pubertad, advertencias que permiten sospechar que Freud atribuía un papel crucial a la masturbación de la pubertad.

2.2 Otros problemas de la pubertad tratados en Las Minutas

Vale la pena destacar algunas sesiones que estuvieron consagradas a otros asuntos:

El 13 de febrero de 1907, Reitler hace el estudio de Despertar de primavera de Franz Wedekind. Incitado por esta obra, Freud comenta acerca de las teorías sexuales infantiles; también comenta acerca del papel de la escuela, de la función represiva de los diarios de adolescentes y del suicidio como apogeo del autoerotismo negativo. Por su parte, Rank se ocupa más de la psicología del propio Wedekink, hecho que es criticado por Kahane. En cambio, Sadger, Heller y Federn observan que Wedekind es el único autor moderno que ha reconocido la importancia de la sexualidad infantil.

El 16 de diciembre de 1908, respecto a la prevención de los traumatismos sexuales, y con el argumento de que los efectos de dichos traumatismos se hacen sentir solamente en la pubertad, Freud propone una especie de tratamiento social, una reforma social que dé mayor libertad sexual a los jóvenes. Estas afirmaciones, que recuerdan las de su artículo publicado en marzo de ese mismo año, “La moral sexual cultural y la nerviosidad moderna”, podrían tomarse como indicadores de la influencia de Freud sobre los movimientos de juventud (ver más abajo).

El 17 enero 1912, Sadger analiza la vida de Friedrich Hebbel, enfocando la actitud del escritor respecto a sus padres, hermanos y hermanas durante la adolescencia, actitud además trascrita por el poeta en textos suyos como “Los hijos solitarios”, “Parricidio” y “Fratricidio”. Sadger, sin embargo, no relaciona claramente la actitud edípica de Hebbel con los eventos de su adolescencia.

Por último, anotemos que en la sesión del 16 de diciembre de 1914, Theodor Reik presenta su visión acerca de los “Ritos de pubertad”13.

En conclusión, en estas sesiones de la Sociedad Psicoanalítica de Viena se trataron los temas relativos a la adolescencia con entusiasmo y pasión, pero sin considerarla como un objeto teórico definido. No es suficiente, para explicar la ausencia de una teorización específica, atribuirla principalmente a esa falta de distancia emocional. No obstante el desmonte hecho allí de ciertos enunciados defensivos acerca de la adolescencia, así como el hecho de que se la trate implícitamente como un punto privilegiado que reúne las interrogaciones movilizadas por el descubrimiento psicoanalítico, harán posible su teorización ulterior.

2.3 Inicio del movimiento psicoanalítico

El 1º de octubre de 1907, el círculo privado de la Sociedad de los Miércoles se transforma en Sociedad Psicoanalítica de Viena, con lo cual se marca el dinámicoinicio del “movimiento psicoanalítico”. Ese mismo año se crea la Sociedad de Zurich (Jung, Bleuler). Al año siguiente se realiza también el Primer Congreso Internacional de Psicoanálisis, en Salzburgo, en el cual se lanza la iniciativa de crear una revista para propagar las ideas freudianas (Jahrbuch fürpsychoanalytische und psychopathologische Forschungen - Revista anual de investigaciones en psicología y psicopatología).

Entre el Primer Congreso Internacional de Psicoanálisis, en 1908, y el estallido de la Guerra en 1914, el movimiento psicoanalítico se expandió, pero, al mismo tiempo, sufrió disensiones tan importantes como las de Adler y Jung.

Después de las conferencias que Freud imparte en la Clark University por invitación de Stanley Hall, en 1909, se genera una primera ola de implantación del psicoanálisis en los Estados Unidos. La visita de Freud atrajo un público muy variado, entre el que se contaban psiquiatras y neurólogos como Adolf Meyer, James Jackson Putnam y Abraham Arden Brill, interesados en la cura de las neurosis; psicólogos como William James y Edward Bradford Titchener, antropólogos como Franz Boas o activistas políticos como Emma Goldman. No obstante, la presencia de Freud no parece haber generado algún intercambio entre él y Hall, el “inventor” del concepto médico de adolescencia.14

La fundación de la primera sociedad psicoanalítica norteamericana, la de Nueva York, tiene lugar el 12 de febrero de 1911, bajo la presidencia de A. A. Brill (1874-1948), quien realizó las primeras traducciones de los escritos de Freud al inglés. Poco después, el 9 de mayo de 1911, se funda la Asociación Americana de Psicoanálisis, cuyo primer presidente fue J. J. Putnam (1842-1918). En 1914 se funda la Sociedad Psicoanalítica de Boston y se forman grupos en la región de Washington-Baltimore, así como en Chicago.

En Europa, en 1910, surge la Asociación Psicoanalítica Internacional, el mismo año en que se lleva a cabo el Segundo Congreso en Nuremberg. El movimiento prosigue con la constitución de la Sociedad de Munich y la Sociedad de Rusia, en 1911, y la conformación de los grupos de Budapest y Londres en 1913.

Durante los años anteriores a la Primer Guerra Mundial se produjeron numerosos trabajos teóricos y prácticos que ya esbozaban los futuros cambios. A lo largo de este período, se destacan entre las contribuciones de Freud a la adolescencia, el tercero de los “Tres ensayos de teoría sexual”15, y las “adiciones” teóricas que continúa haciendo en escritos subsiguientes, referidas principalmente al Complejo de Edipo y al contenido de las fantasías y al onanismo. Cabe resaltar el historial de Juanito16 por sus consecuencias, no solo para el niño que se cura de su fobia a los caballos, sino para el psicoanálisis de niños, puesto que dicho caso puede considerarse como inspirador de la práctica que ejercerán en los decenios siguientes Hug-Hellmuth, Anna Freud, Melanie Klein, Winnicott y muchos otros.

Entre las últimas contribuciones de esta época al conocimiento de la adolescencia, cabe citar “Sobre la psicología del colegial”17, el ensayo sobre los ritos de pubertad de parte de uno de los “psicoanalistas de los miércoles”18 y finalmente la redacción, por Hermine Hug-Hellmuth, del Diario de una adolescente, concluida en 1915, cuya edición se pospuso hasta 1919 a causa de la guerra, pero que de hecho ya contaba con el prefacio del mismo Freud,19 en el que este considera la obra como una verdadera joya.

NOTAS
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1. En este sentido, en Berlín, en 1901, tuvo lugar la fundación oficial del movimiento de los Wandervögel (“pájaros migratorios”) bajo el liderazgo de Karl Fischer; Ver Saúl Friedländer, 1975. Historia y psicoanálisis, 156-60.

2. Nunberg y Federn, coords. 1906/33. Actas de la Sociedad Psicoanalítica de Viena: las reuniones de los miércoles, vol. 4.

3. El proceso de edición de estas minutas comienza en 1938, cuando Freud, al emigrar de Viena, le entrega los manuscritos a Paul Federn. Los cuatro tomos de la primera edición en lengua inglesa de Las Actas aparecen entre 1962 y 1975; la primera edición francesa, que comienza en 1976 y culmina en 1983, fue recogida en la colección “Connaissance de l’inconsciente” de Gallimard, dirigida por J-B Pontalis.

4. Según la nota introductoria de Strachey, en Sigmund Freud, 1912f. “Contribuciones para un debate sobre el onanismo”, en Obras completas, vol. 12, trad. José Luis Etcheverry (Buenos Aires: Amorrortu, 2ed, 1976-80), 249.

5. Sigmund Freud, 1896b. “Nuevas puntualizaciones sobre las neuropsicosis de defensa”, en Obras completas, vol. 3, trad. José Luis Etcheverry (Buenos Aires: Amorrortu, 2ed, 1976-80).

6. Sigmund Freud, 1905d. “Mis tesis sobre el papel de la sexualidad en la etiología de la neurosis”, en Obras completas, vol. 7, trad. José Luis Etcheverry (Buenos Aires: Amorrortu, 2ed, 1976-80), 266.

7. Sigmund Freud, 1915k. “Conferencias de introducción al psicoanálisis”, en Obras completas, vols. 15-16, trad. José Luis Etcheverry (Buenos Aires: Amorrortu, 2ed, 1976-80), conferencia 23.

8. Freud, 1909c. “A propósito de un caso de neurosis obsesiva”, 159.

9. Sigmund Freud, 1908a. “Las fantasías histéricas y su relación con la bisexualidad”, en Obras completas, vol. 9, trad. José Luis Etcheverry (Buenos Aires: Amorrortu, 2ed, 1976-80), 143.

10. Sigmund Freud, 1912c. “Sobre la más generalizada degradación de la vida amorosa”, en Obras completas, vol. 11, trad. José Luis Etcheverry (Buenos Aires: Amorrortu, 2ed, 1976-80), 172.

11. Freud, 1912c. “Sobre la más generalizada degradación de la vida amorosa”, 176.

12. Freud, 1912f. “Contribuciones para un debate sobre el onanismo”.

13. Theodor Reik, 1914. “Los ritos de pubertad de los primitivos”, en El ritual: estudio psicoanalítico de los ritos religiosos, trad. Gabriela Rosso (Buenos Aires: Acme-Agalma, 1995), 111-201.

14. Stanley Hall, 1904. Adolescence Its Psychology and Its Relations to Physiology, Antropology, Sociology, Sex, Crime, Religion and Education (Nueva York: D. Appleton and Company, 1905).

15. Freud, 1905c. “Tres ensayos de teoría sexual”.

16. Sigmund Freud, 1909b. “Análisis de la fobia de un niño de cinco años”, en Obras completas, vol. 10, trad. José Luis Etcheverry (Buenos Aires: Amorrortu, 2ed, 1976-80).

17. Sigmund Freud, 1914b. “Sobre la psicología del colegial”, en Obras completas, vol. 13, trad. José Luis Etcheverry (Buenos Aires: Amorrortu, 2ed, 1976-80).

18. Reik, 1914. “Los ritos de pubertad de los salvajes”.

19. Sigmund Freud, 1915j. “Carta a la doctora Hermine von Hug-Hellmuth”, en Obras completas, vol. 14, trad. José Luis Etcheverry (Buenos Aires: Amorrortu, 2ed, 1976-80).

 

3. Hermine Hug-Hellmuth: un principio bochornoso

Mauricio Fernández Arcila

Hermine Wilhelmine Ludovika Hug von Hugenstein (1871-1924) tomó el apellido Hellmuth como seudónimo de escritor hacia 1910 y hasta 1912.1 Aunque se prohibía a los ciudadanos austríacos utilizar títulos y partículas nobiliarias, ella logró, en 1921, que por decreto le autorizaran usar el “von” y el apellido Hug-Hellmuth. Pero antes de obtener este permiso ya firmaba sus escritos, desde 1912, como “Dr. H. von Hug-Hellmuth”.

Se inscribe en 1897 como asistente en la Facultad de Filosofía2 de la Universidad de Viena. En 1910 renunció a su puesto de maestra, profesión de la que estaba descontenta, pero que sin embargo le permitió sufragar sus estudios de doctorado en filosofía3, que concluye en 19084.

Inicia su cura psicoanalítica en 1907 con Isidor Sadger, médico de su familia. Su primera participación en las sesiones de esta Sociedad se efectuó en 1913, año en que fue oficialmente admitida como miembro, con una conferencia sobre algunos trabajos de Stanley Hall. Pero su interés en el psicoanálisis la lleva a publicar su primer artículo psicoanalítico, “Análisis del sueño de un niño de edad de cinco años y medio”5, en 1911, antes incluso de que hubiera ingresado en la Sociedad Psicoanalítica de Viena. El título de su primer artículo ya indica su dominio principal de interés, que la convertirá en la primera analista de niños. A este respecto, Melanie Klein siempre asumió que Hug-Hellmuth debía ser considerada como la primera persona comprometida de forma sistemática en el trabajo psicoanalítico con los niños,6 a diferencia de Anna Freud,7 quien ubicaba el inicio del análisis infantil en 1926. No obstante, en una carta de 1979, Anna le aseguró a Graf-Nold que desde 1915 Hermine tenía como analista una reducida clientela de niños y adolescentes.8

Ese primer escrito de Hug-Hellmuth trata sin duda de observaciones sobre su sobrino Rudolf Otto Hug (nacido en 1906 de Antonia, su hermana media soltera), quien en 1924 devendrá su asesino. En razón de estos hechos, por tanto, las producciones psicoanalíticas de Hug-Hellmuth, cuyas temáticas se expondrán a continuación, se publicaron entre 1911 y 1924.9

En el artículo “Análisis de un sueño de un niño de cinco años y medio”, ya citado, el propósito de Hermine era confirmar las tesis freudianas sobre el sueño, en particular que el contenido onírico implica la realización de deseos reprimidos. Esto lo justifica basándose en el conocimiento que tenía de las circunstancias del desarrollo del niño, pero en ningún momento considera algún tipo de intervención psicoterapéutica con él, aunque “en un párrafo final del trabajo, incluso llega a referirse al sobrino para dar fuerza a algunas de sus conclusiones”10.

Otros dos artículos de 1912, “Contribución al capítulo ‘Errores de escritura y errores de lectura’” (Beiträge zum Kapitel ‘Verschreiben und Verlesen) y “Errores del lenguaje de un pequeño escolar” (Versprechen eines kleinen Schuljungen), hacen el análisis de diversos lapsus, sobre la base de sus propios recuerdos y de observaciones en su sobrino.11

Desde 1912, fue encargada de la rúbrica “De la esencia real del alma del niño” (Vom wahren Wesen der Kinderseele) en la revista Imago. En la presentación que hizo de esta sección se “[...] ocupa de mostrar el interés que tiene para el psicoanálisis la observación detallada del desarrollo infantil, siendo para ello de suma utilidad el valerse de los chicos del entorno inmediato de los psicoanalistas, yendo más allá del registro de las primeras lágrimas, la primera sonrisa, el desarrollo de la actividad de los órganos sensoriales y del vocabulario, etc., para centrarse en qué ocurre con el interés por el propio cuerpo y sus funciones, el desarrollo tras el conocimiento real del origen de los niños, las características de sus juegos como expresión de sus conflictivas psíquicas, etc”12.

Hug-Hellmuth publicará bajo esta rúbrica los siguientes siete artículos: “El niño y sus representaciones de la muerte” (1912), “De los primeros recuerdos infantiles” (1913), “Liddy (reseña del cuento de C. H. Weber)” (1913),“Cartas de niños” (1914), “Amor y odio precoces” (1917), “Madre-hijo, padre-hija” (1917) y “El niño de en medio, entre el mayor y el benjamín” (1921)13.

Además de los artículos confiados a la revista Imago, colabora permanentemente con la Internationale Zeitschrift für ärztliche Psychoanalyse y también publica los siguientes libros: La vida psíquica del niño - Un estudio psicoanalítico (1913), El psicoanálisis del niño y la pedagogía (1914) y Diario de una joven adolescente (1919).

La vida psíquica del niño14151920VI16