Portada

ÍNDICE

AGRADECIMIENTOS

INTRODUCCIÓN

1. MARCO TEÓRICO Y CONCEPTUAL DE REFERENCIA DE LOS RECURSOS DE USO COMÚN

Los Recursos de Uso Común (RUC) y la Acción Colectiva

El capital social, el capital humano y el capital natural: su valoración y pertinencia en las instituciones de acción colectiva

Capital social

Capital humano

Capital natural

Relaciones entre capital social, humano y natural y los RUC

Marco referencial de los RUC

Límites claramente definidos

Coherencia entre las reglas de apropiación y la provisión de las condiciones locales

Arreglos de elección colectiva

Supervisión y monitoreo

Sanciones graduadas

Mecanismos para la resolución de conflictos

Reconocimiento mínimo de los derechos de organización

Una crítica al marco, alcances y limitaciones de la teoría de la acción colectiva de recursos de uso común

La complejidad de los RUC

2. EL CONTEXTO DEL USO DE LOS RECURSOS COMUNITARIOS EN MÉXICO

El manejo de los recursos naturales comunes en el contexto internacional

Análisis del manejo institucional de la apropiación colectiva

Revisión histórica del debate entre la propiedad individual y la colectiva de acceso a la tierra desde una perspectiva ambiental

Evolución de la propiedad social en México

El fracaso del Estado como regulador de la conservación de los recursos naturales

El resguardo social de los recursos naturales y su papel en la conservación del capital natural

Instituciones de acción colectiva. Una reflexión obligada

3. UNA PROPUESTA TIPOLÓGICA DESDE LA PERSPECTIVA DE LOS SISTEMAS COMPLEJOS

La complejidad del análisis de los recursos de uso común

La construcción de indicadores en los recursos de uso comunitario

Valoración de situaciones de recursos de uso común

Selección de las preguntas del cuestionario para la percepción de la gobernanza

Elaboración del cuestionario para la clasificación de comunidades y experiencias por sus características de acción colectiva en los recursos de uso común

Aplicación del cuestionario

Tratamiento en el método para la asignación de valores

Una propuesta de clasificación tipológica por niveles de gobernanza

4. RESULTADOS Y DISCUSIÓN DE LA APLICACIÓN DEL CUESTIONARIO DE PERCEPCIÓN

Una valoración cualitativa global

Características resultantes por tipo

Atributos principales entre pares y los niveles de confianza

Una aproximación a las instituciones comunitarias de segundo nivel

Un acercamiento territorial a la tipología aplicada en el estado de Oaxaca: algunas conclusiones

Marcas y acciones colectivas. La evolución de las instituciones de acción colectiva: algunos ejemplos en México

5. CONCLUSIONES Y REFLEXIONES FINALES

ANEXOS

Anexo I. Notas estadísticas

Anexo II. Análisis de componentes principales por tipo de la muestra seleccionada

Anexo III. Tipología a partir de componentes principales de la muestra seleccionada de organizaciones de segundo nivel

Anexo IV. Hoja de instrucciones para aplicar el cuestionario

BIBLIOGRAFÍA

ÍNDICE DE CUADROS Y FIGURAS

AGRADECIMIENTOS

Transcurrieron 15 años en el desarrollo de este esfuerzo, basado en los fundamentos de Elinor Ostrom (1935-2012) y la teoría de la acción colectiva y los recursos de uso común (commons) (RUC). La mención de los años transcurridos no es necesariamente una expresión de constancia y madurez conceptual; una parte importante tiene que ver con la dispersión de actividades profesionales y personales y una pequeña se debe a situaciones académicas fuera de mi control. De cualquier forma, el tiempo corrido me permitió madurar la idea y ofrecer una tesis (en el sentido propositivo del concepto) que sea de utilidad en la consolidación de políticas públicas agroambientales para México en primera instancia y en un descuido, una aportación heurística para la teoría de la acción colectiva en el uso y manejo de recursos naturales renovables.

Esta historia empezó en diciembre del año 2000 cuando en El Colegio de México, en la Ciudad de México, se presentó la versión castellana del gobierno de los comunes de Elinor Ostrom. Adquirí el libro y lo leí de inmediato apasionadamente, subrayé e hice anotaciones al margen. Lo he vuelto a leer varias veces más, incluyendo la última edición prologada con la clarividencia que caracteriza al Dr. Sarukhán Kermez, Coordinador Nacional de la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad de México (Conabio).

Meses antes, en junio de 2000, yo había publicado en la revista Este País un ensayo intitulado “Propiedad y medio ambiente en tiempos de la revolución mexicana. Notas en torno al Artículo 27 Constitucional”, en donde aventuro la hipótesis de que la derrota de los campesinos durante la primera revolución del siglo XX había creado las condiciones para que los campesinos de México, en sus acciones colectivas, se convirtieran en los custodios de la enorme diversidad biológica de México con un inmejorable valor futuro para su desarrollo.

En 2004 presenté el marco histórico de referencia y de conceptos de la investigación doctoral, para obtener la suficiencia investigadora en la Universidad de Córdoba, España. Posteriormente publiqué estas ideas en la Gaceta Ecológica, revista especializada en temas ambientales del entonces Instituto Nacional de Ecología de México.

Entre el azar y la necesidad tuve un acercamiento afortunado con Leticia Merino, portadora del legado de la Dra. Ostrom en México y en muchos países de habla hispana, que, palabras más palabras menos, me dijo que la aportación no solo era valiosa, sino importante para el estudio de los recursos de uso común en México. La tipología propuesta y probada en campo fortalecería la visión ontológica de mis hipótesis de trabajo con énfasis en los esfuerzos colectivos de miles de comunidades y ejidos de México. Su acompañamiento, guía y estímulo cariñoso fueron un aliento clave para llegar a buen puerto. Mi más sincero y profundo agradecimiento.

De nueva cuenta, gracias a los buenos oficios de Leticia Merino, tuve la fortuna de conocer a José Miguel Lana Berasain, historiador económico y profesor investigador del Programa de Doctorado Economía, Empresa y Derecho en la Universidad Pública de Navarra, España, y miembro de la Asociación Internacional para el Estudio de la Propiedad Común (IASC). Él aceptó dirigir atinadamente la tesis doctoral, origen de ésta contribución. Su guía puntual, pero a la vez suave y pausada, frenó mis ímpetus y me permitió tomar aire y darle una estructura amable, sólida y fluida a las ideas.

Durante este largo periodo he tenido la oportunidad de estar cerca del Dr. Gustavo Gordillo, investigador de los temas rurales, ex alto funcionario del gobierno federal de México, ex Director Regional de la Oficina de la FAO para América Latina y el Caribe y estudioso del legado de Vincent y Elinor Ostrom. Sus trabajos le dan soporte y marco de comparación a esta tesis. La indagación de los nuevos sujetos del desarrollo rural fue un camino para llegar a la tipología propuesta en este esfuerzo.

El Dr. Sarukhán leyó palabra a palabra el primer manuscrito de la tesis antes de concluir el trabajo de campo y me hizo ver que cada aseveración debería tener un fuerte respaldo bibliográfico. Le estoy sinceramente agradecido porque me permitió sustentar mis aportaciones.

En la adecuación del cuestionario, en la coordinación de la indagación nacional, su encuadre estadístico y expresión gráfica fue crucial el apoyo del Dr. Gustavo Garduño, mi agradecimiento particular. Asimismo, la Dra. Nancy Arizpe, con ojo crítico ayudo a indagar en la literatura las limitaciones y alcances de los postulados del estudio de los bienes comunes; ambos colegas en la Conabio. La captura de la base de datos fue obra de Iván Espinoza y de Kelly Humbert. Arturo Gutiérrez ayudó en la elaboración cartográfica para el acercamiento territorial a la tipología aplicada en el estado de Oaxaca.

Eché mano a mi red de relaciones para probar el cuestionario y confirmar la tipología en 125 correos electrónicos personales; algunas respuestas llegaron después de la fecha en que se inició la construcción de la base de datos. En la imposibilidad de enumerar a todos, cada uno debe saber de mi gratitud por el interés y tiempo dedicado a responderla. Asimismo, mi reconocimiento a los líderes comunitarios y de organizaciones regionales campesinas que se dieron el tiempo para contestar y regresar amablemente el formulario. En particular, estoy en deuda con Don Valentín de la Rosa, uno de los líderes de la comunidad de San Nicolás Totolapan, en los bosques del poniente de la ciudad de México, con quien probé personalmente su aplicación.

Debo mencionar especialmente a mis colegas y amigos: Ricardo Ramírez, líder zapoteca, en Oaxaca; Rosendo Caro, conocedor de la problemática forestal de México y especialmente del estado de Michoacán y la región indígena purépecha; David Jiménez, que me adentró y actualizó en la experiencia siempre aleccionadora de la organización campesina Tosepan Titataniske, en la Sierra Norte de Puebla, al oriente de México.

Kim Ley me sorprendió con el mundo de las cooperativas pesqueras del Caribe mexicano. Eligio García y Rene González amablemente me pusieron al día en la situación de la región de la mariposa monarca y me facilitaron información que le dio cuerpo al caso. En el mismo sentido, Aída Castilleja me empapó de la problemática de los pescadores del lago de Pátzcuaro. David Gutiérrez, amigo y funcionario de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp) de México, me abrió puertas. El interés directo y agudo de Enrique Provencio, igual me estimuló a continuar con este esfuerzo.

Víctor Sánchez Sotomayor fue clave para indagar casos emblemáticos en zonas desérticas sometidas a estrés hídrico y con problemáticas particulares en torno a la fauna silvestre en el noroeste de México.

Finalmente, los datos compilados por mis colegas en la Conabio, Salvador Anta, Rafael Obregón y Juan Báez en la Sierra de Juárez y Sierra Sur de Oaxaca y la Selva Lacandona en Chiapas, en el sureste de México, ayudaron a completar casos que abarcaran también las zonas tropicales con importante presencia indígena. Es menester mencionar el trabajo profesional de Rosalba Becerra y Luz Elena Vargas en el cuidado de la edición.

Dejé para el final a mis seres más queridos y así captar una atención especial. Mi esposa, Ana Ramírez, fue un estímulo amoroso y crítico para nunca abandonar la empresa y jamás, en estos años, aceptar una excusa como argumento, y mis hijos, Julia, Nicolás y Lucía, que siempre me alentaron para ser su ejemplo en sus futuras batallas en la vida. ¡Gracias de todo corazón!

No está de más advertir que, si bien tuve muchos consejos y apoyos, lo escrito y no escrito es absolutamente mi responsabilidad y la asumo con gallardía.

INTRODUCCIÓN

Trabajar juntos fue la última obra de Elinor Ostrom (Poteete, Janssen y Ostrom, 2012), Premio Nobel de Economía 2009, fallecida el 12 de junio de 2012, pocas semanas después de visitar México. Realizó múltiples aportaciones a la investigación y construcción de un marco teórico de referencia para los estudios de la “acción colectiva”, los bienes comunes, el acopio y análisis de múltiples experiencias alrededor del mundo, a partir de un diálogo sugerente con muchos académicos alrededor del mundo, impulsado originalmente por Vincent Ostrom, maestro, colega y, a la postre, compañero de vida de “Lin”.

La gestión de recursos de uso común desarrollada en el concepto de policentrismo1 en sistemas sociales, con la participación de múltiples actores que se enfrentan a dilemas en la toma decisiones autónomas e interdependientes, crean sistemas de redes dinámicas, con el Estado y los gobiernos, y forma parte de una estructura de decisiones más amplia; y obligadamente traslapa jurisdicciones y escalas de intervención territorial, y enfrenta al diseño e implementación de reglas para todos los usuarios (Ostrom, 2014; Gordillo, 2014).

Estas aportaciones teóricas vinieron a ser un oasis para aquellos que, como yo, con muchos años dedicados al estudio y al fortalecimiento de la apropiación social de los recursos naturales en zonas rurales marginadas de México, con pueblos indígenas y comunidades locales.2 El marco de sus reflexiones y conclusiones recurrentes, pero no generalistas, vinieron a ser un remanso, al darle soporte teórico a nuestra percepción ontológica. La complejidad de los sistemas, los cambios de paradigma, la resiliencia ante las perturbaciones políticas, naturales y de presión antrópica obligaban a encontrar marcos de análisis múltiples y a distintas escalas. La obra de Ostrom ofreció un encuadre a estas interrogantes.

La simplicidad de tres propuestas básicas de la teoría de la acción colectiva de Ostrom la convierte en una genialidad, al hacer presente lo evidente: reglas claras, confianza mutua y monitoreo. Propone una discusión necesaria, cuya tesis central se basa en la aportación colectiva de información y conocimientos, desde una perspectiva, sobre todo, interdisciplinaria, para permitir encontrar respuestas (soluciones) a los desafíos contemporáneos de la pérdida de la biodiversidad, el cambio climático y la pobreza, particularmente en zonas rurales.

El esfuerzo de este libro es ofrecer aportaciones e incorporar diferentes enfoques y experiencias empíricas desde distintas acciones colectivas para la apropiación de recursos naturales y la biodiversidad en zonas diversas, contrastantes, en el México rural. Hay que resaltar que esta contribución se fortalece con la incorporación de la teoría de los sistemas complejos, desde la perspectiva sistémica propuesta por Rolando García (2000).3 En los sistemas sociales colectivos se demuestra que la cooperación es la mejor y más efectiva forma para ayudar a resolver problemas de “la acción humana” (ser capaces de cooperar) para la construcción de confianza y ejercer su gobernanza y la inclusión de distintos órdenes de gobierno, con especial énfasis en los gobiernos locales o comunitarios.

El abordaje de experiencias colectivas regionales y el entendimiento de soluciones de acciones policéntricas (varios centros de acción) (Poteete et al., 2012) puede generar respuestas tan efectivas (o más) como la imposición de políticas globales no diferenciadas, incluyendo la asimilación nacional de acuerdos y tratados internacionales.

Afortunadamente, en México han existido recursos naturales considerados un patrimonio común y aprovechados por las sociedades humanas de manera colectiva. Estos recursos han sido manejados bajo mecanismos exitosos de autorregulación (Toledo, 1980; Leff, 1998, 2002; Boege, 2008; Ostrom, 2000a). Las actividades pesqueras en aguas interiores o ribereñas, la caza, el manejo forestal y las formas comunitarias de regulación social han sido, probablemente, las más antiguas formas de apropiación colectiva, y constituyen algunos ejemplos dignos de analizarse.

En los últimos años, quizá 20, el debate internacional sobre la sustentabilidad se ha visto acotado por un nuevo paradigma de desarrollo, alimentado por fuertes intereses económicos de países y de corporaciones multinacionales. En este contexto, el reconocimiento tácito de los servicios ambientales que presta la conservación in situ de muchos recursos de uso común (RUC),4 a saber: agua, suelo, aire, recursos maderables y no maderables, y biodiversidad en general, ha suscitados nuevos debates en torno a las lógicas de conservación y aprovechamiento de los recursos naturales (Ostrom, 2000a; Agrawal, 2001; Dietz, Ostrom y Stern, 2003; Conabio, 2008).

Este debate conceptual e intelectual obliga a revisitar los temas ligados. Destacan interrogantes como: ¿quién debe pagar los servicios ambientales del capital natural? Esta pregunta obliga a reflexionar sobre el viejo problema de la apropiación social de los elementos naturales y sobre el papel de las comunidades rurales en el manejo y conservación de la biodiversidad en espacios territoriales predeterminados y sus recursos de uso común.

La pregunta obligada es: si las comunidades rurales marginadas resguardan los recursos naturales, la biodiversidad, los productos y servicios ambientales contenidos, ¿debe la sociedad reconocer y compensar estos esfuerzos, valorar y revalorizar económicamente el manejo de la biodiversidad como un atributo exitoso, cuando así suceda?

A partir de los planteamientos anteriores, el esfuerzo de este libro establece tres objetivos:

1. Una revisión conceptual de los RUC desde la perspectiva de aquellas instituciones comunitarias que, de hecho o por derecho, mantienen el uso colectivo de los recursos naturales. Se presenta la aplicación de la teoría de la acción colectiva en el contexto mexicano, desde la visión que encabezó Ostrom del Center for the Study of Institutions, Population and Environmental Change (CIPEC) que, si bien no es la única, es una aproximación pertinente y actual para entender la necesidad de la vinculación de las políticas de desarrollo y conservación de los recursos naturales en general, así como del resguardo de la biodiversidad y del papel de las instituciones comunitarias del sector social rural nacional —poseedor de cerca de 80% de los bosques y selvas en México—, y, en particular, de la mayor parte de los bosques, selvas y zonas prioritarias para la conservación (Reyes, Gómez, Muis, Zavala, Ríos y Villalobos, 2012; Conabio, 2008).5

2. Aplicar la propuesta teórica de Ostrom (2000a) a una clasificación tipológica de los RUC rurales en México, tomando en cuenta otras categorías de agrupación de los sujetos rurales de Gordillo y Lichtensztejn (1994), y la aproximación ambiental de Gligo (1990), para proponer una nueva propuesta que permita reconocer la importancia de distintos niveles en la construcción de confianza en las comunidades rurales a partir de la elaboración de indicadores del uso de los recursos naturales en sus acciones colectivas.

3. Finalmente, se propone la nueva tipología a partir de un cuestionario. Se aplicó para probar la agrupación de distintas formas comunitarias en la apropiación colectiva de los recursos naturales. Se aborda desde una perspectiva no exhaustiva, que captura la percepción del encuestador y del entrevistado. No se espera generar una muestra estadística, sino probar un modelo de indagación cualitativo que sirva para clasificar los tipos de organizaciones comunitarias que se apropian de sus recursos naturales en espacios oficiales de resguardo (distintas categorías de conservación y manejo) y en espacios para la conservación de la biodiversidad, protegidos y manejados por las propias comunidades, reconocidas o no por las instancias oficiales.

El modelo hace énfasis en los territorios de uso comunitario y permite generar herramientas para la gestión de políticas rurales integrales y elementos de diagnóstico para la prevención y gestión de potenciales conflictos en el manejo y conservación de los recursos naturales, tanto en términos medioambientales como de desarrollo rural (Scheinfeld, 1999; González, 1997; Barret, 2003).

En este trabajo se espera demostrar conceptualmente y con referencias empíricas que las formas de tenencia de la tierra no son las responsables directas de la conservación de los recursos naturales (ni de su deterioro). Se exponen evidencias que muestran cómo son las formas de uso y las instituciones locales, y no los regímenes de propiedad, las que imprimen la sustentabilidad al manejo de los recursos naturales. Las condiciones particulares, las formas de presión económica y política y, más específicamente, sus formas de aprovechamiento, son determinantes para la transformación de los ecosistemas.

Hemos trabajado desde el concepto o perspectiva de la “gobernanza de la biodiversidad”. El uso y la conservación de los recursos naturales en propiedades colectivas en México en alusión directa a la capacidad real o potencial que tienen las instituciones comunitarias rurales de practicar acciones colectivas para el manejo y conservación de la diversidad biológica que usufructúan. Los principios de gobernanza adoptados por la Unión Europea: “apertura, participación, responsabilidad, eficacia y coherencia” enmarcan la concepción de este trabajo, y serán puestos a prueba en la tipología propuesta (Unión Europea, 2001).6

La investigación está dividida en cinco apartados. El primero aborda el marco teórico y conceptual de los recursos de uso común. El segundo acota el marco teórico al contexto mexicano. El tercero aborda una propuesta tipológica desde la perspectiva de los sistemas complejos; se propone y explica la metodología, así como el cuestionario aplicado, fundamentando el método y los criterios estadísticos de asignación de valores. Se presenta también la clasificación propuesta en seis categorías de diferenciación de los tipos de organizaciones comunales rurales propuestos. El apartado cuatro se dedica a los resultados y discusión de la aplicación del cuestionario de percepción. En el apartado cinco se exponen las conclusiones y reflexiones finales. Por ultimo, se incluyen los anexos: la base de datos original de las encuestas efectuadas en la lista de chequeo, la agrupación y clasificación por tipo y la arquitectura estadística por componentes principales.


1 El concepto de policentrismo (diversos centros) que aborda Elinor Ostrom fue introducido por Ostrom, Tiebout y Warren (1961). El policentrismo en la visión de Vincent Ostrom significa que ninguna estructura de decisiones tiene por sí mismo el control de las decisiones, sino que es irreductiblemente compartida por otros centros de poder públicos y privados.

2 Se adoptó esta categoría de diferenciación, propuesta recientemente en la aprobación del Protocolo de Acceso a Recursos Genéticos y Participación Justa y Equitativa de los beneficios que derivan de su utilización, como parte del Convenio sobre la Diversidad Biológica (CBD) del Sistema de Naciones Unidas. El Protocolo de Nagoya fue acordado entre las partes el 29 de octubre de 2010, en la ciudad japonesa del mismo nombre y entró en vigor el 12 de octubre de 2014.

3 Rolando García falleció pocos meses después de Lin Ostrom, el 15 de noviembre de 2012. No hay evidencia de que conocieran sus trabajos. El enfoque multi e interdisciplinario de la teoría de Rolando García es igualmente desarrollado por Lin Ostrom; especialmente en su última obra, en conjunto con Poteete y Jansen, publicada en español en 2012, con el título Trabajar juntos; las conclusiones son asombrosamente confluyentes; quizá su rigor científico y crítica epistemológica los llevó por los mismos senderos.

4 El concepto de recursos de uso común RUC (Ostrom 2000a) se ha generalizado para referise al gobierno de los bienes comunes (commons), bienes de acceso público o privado, entre los que se encuentran los servicios públicos, los bienes públicos: el aire, el agua, el paisaje, el internet, por mencionar algunos, así como los de nueva generación, referidos a los bienes y servicios producto de la mitigación y adaptación al cambio climático global. La presente obra se referirá, en todo momento, a los bienes de uso comunitario por la acción de instituciones campesinas de acción colectiva, sin importar la condición de su propiedad agraria.

5 Innumerables autores hablan genéricamente de entre 70% y 80% de bosques y selvas en posesión social; unos a otros se citan sin datos básicos sólidos. El primer estudio serio fue terminado a finales de 2012, en una colaboración entre el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), el Registro Agrario Nacional (RAN) y la Secretaría de la Reforma Agraria (SRA) (Reyes, Gómez, Muis, Zavala, Ríos y Villalobos, 2012; Conabio, 2008).

6 Para efectos de este trabajo se distingue gobernanza de gobernabilidad. El primero se refiere al proceso de interrelación entre los actores, gobierno, sociedad, empresa, mientras que el segundo se refiere a la capacidad de un sistema sociopolítico para gobernarse a sí mismo en el marco de otros sistemas confluyentes (Jaramillo, Orjuela y Acosta, 2011).