Quiero agradecer a

Ulrike Ostermeyer, maravillosa amiga y editora, que plantó las semillas de este libro y se aseguró de que encontrara el mejor hogar.

Jonathan Landgrebe, que dio el salto de publicar primero en alemán un libro en inglés.

Jamie Byng, que hizo suyo este Elogio de la hospitalidad con la pasión y generosidad con la que todo escritor sueña. Simon Thorogood, que lo editó con impresionante esmero y perspicacia. Todos los que en Canongate respaldaron el libro y facilitaron su recorrido por el mundo. Sonny Mehta y Lexy Bloom, que con tanto entusiasmo acogieron Elogio de la hospitalidad en Knopf.

El Departamento de Cultura y Europa del Senado de Berlín, que me dio libertad en forma de una beca.

Susanne Fladt-Bruno, que me ayudó a sentirme más a mis anchas en el idioma alemán.

Las mujeres de WIR MACHEN DAS con las que he trabajado, sobre todo Annika Reich, amiga y anfitriona ejemplar.

Bernhard Robben, Rima Chammas, Adania Shibli, Pepe Egger, Patricia Breves, Rafael Cardoso, Emma Tingey, Martin Crook, Gabrielle von Arnim y Doris D’Cruz-Grote, por las deliciosas comidas y el duradero alimento de la amistad.

Madeleine Thien, Rawi Hage, Philipp Ostrowicz, Amanda Michalopoulou y Gail Jones, cuyas frecuentes visitas a Berlín engrandecen y mejoran mi vida en esta ciudad.

Ulrich Schreiber, que como nadie sabe dar cabida a ideas e iniciativas; trabajar con él me ha abierto a muchos otros mundos.

Frank Berberich, por el espacio que me dio para explayarme en Lettre International: aquellos ensayos me llevaron a escribir este libro.

Mi casa-familia: los vecinos, cuya generosidad en sí es el hogar.

Mi familia de Lubeck: Edda y Jana, Hans y Barbara, que no se cansan de invitarme.

Mi familia: Pa, Agam, Nef, Mumji y, sobre todo, mi mami Gudy, mi hermana Seema y mi sobrina Lara; su amor me sostiene a pesar de la escasez y la distancia.

Eve Lucas y Lina Meruane, amigas del alma y primeras lectoras. Este libro le debe mucho a sus observaciones.

Beatrice Faßbender, amiga y traductora sin par, por leer con ojos forenses y hondo sentimiento.

Matti, por el incesante toma y daca de nuestros días, y más allá.

BIBLIOGRAFÍA