Introducción

Desde dónde, desde quiénes hablo yo

En una noche tarde, viajando por una carretera desierta del sur de España, desde Estepona a Sevilla, mi hija me pregunta sobre los talleres de Cuidar al que Cuida, para tomar ideas y experiencias para un proyecto suyo. Volvíamos de lo que para mí era un viejo sueño.

En 1972, leyendo al escritor islandés Halldór Laxness, pensé: «Yo a ese lugar quiero ir». Desde entonces lo intenté varias veces. Finalmente en julio de 2017, con ella de compañera, fue realidad. Una realidad diferente del sueño, como todas. Mucho más maravillosa en su singularidad y en su potente ternura, conmovida todavía por lo descubierto en Islandia: el respeto, el cuidado del otro y de la naturaleza. Un lugar donde las personas valen más que las cosas. Por eso, algo en mí, en mi corazón, se completó allí.

Mientras ella manejaba yo le iba explicando y contando sobre los talleres. Y tuve la intensa percepción que de eso, de los cuidados, era de lo que quería ocuparme el resto de mi vida… como si no fuera eso lo que había estado haciendo hasta entonces. Era un hilo, un grueso cordón que anudó todos los trozos de mi historia. Mi nacimiento durante un bombardeo en Barcelona en enero de 1938, mi padre desaparecido en esa guerra, mi madre enfermera y embarazada aprendiendo a fumar para soportar el olor de la carne quemada y maltrecha; la migración a Argentina de su mano desde el cabo de Buena Esperanza, viaje lleno de maravillas y sobre todo de montones de terrones de azúcar que me metía en los bolsillos en expediciones diarias al salón del café; mi trabajo adolescente en Villa Pirelli, Emaus, la facultad de psicología, el Hospital Lanús, Villa Jardín y el trabajo comunitario; Chile; la militancia, el golpe de 1976 en Aegentina, el exilio en México, el trabajo en Nicaragua en apoyo al sandinismo y a las acciones de salud mental en plena guerra, la atención de exiliados latinoamericanos que llegaban al acogedor México, los hijos, el regreso a Argentina, la Universidad de Lanús, otra vez Chile, las constelaciones familiares, veinte años compartidos en el grupo La Runfla, la escritura, Canadá, reiterados viajes de trabajo a España, Francia, Rusia, México, Perú; hijos que crecen, viajan y migran a España, trabajo con los equipos ligados a violencia social y de género, con aquellos que se ocupan de gente en situación de calle o de jóvenes en conflicto con la ley; formación en la Patagonia con los equipos de salud mental, estudios y formación mía; seguir pintando; El Tigre y la naturaleza; los pacientes en una clínica que se va enriqueciendo de todos los aprendizajes. Y así hasta hoy con los talleres de Cuidar al que Cuida.

Claro, todo esto que cuento en realidad no es así; soy dicha, pensada, construida por mi tiempo, mi época, por su economía, su lenguaje y desde ahí creo que soy.

Así que partimos diciendo quién habla. ¿Qué tan verdad es mi verdad? Apenas una de tantas parcialidades. Andamos por ahí creyéndonos libres y dueños de pensar y sentir, como si nuestros pensamientos y sentimientos fueran tan originalmente nuestros.

En fin, este texto es un relato, una narrativa desde mi historia, de mis historias como mujer, madre, psicóloga, amante y politizada en los ‘70, transformada por ideologías, países, pensadores y prácticas. Tocada, golpeada, despertada por Foucault, Marx, O. Masotta, J. Devereux, F. Fanon, el Che, la psicología comunitaria, L. Weinstein, el budismo, M. Langer, R. Lourau, Borges, J.C. Pla, la Revolución Cubana, el subcomandante Marcos, I. Lewkowicz, la biopolítica, Mayo del ’68 en París, la llegada del hombre a la luna, la Revolución nicaragüense, el Golpe de Estado de 1976 en Argentina, el exilio en México, Cecile Rousseau, Guatemala, Nietzsche, Spinoza, Toni Negri, las novelas policiales. Y los amigos. Siempre los amigos.

Desde todo ello, y tanto más, sumergido en las venas y aflorando de pronto en un barrio, con una familia, en un seminario; saberes que no sabemos que sabemos y con los que participamos casi a ciegas.

Me repito —y lo necesito—, ya que hasta ahora no lo había diferenciado, focalizado, tematizado tan nítidamente, si bien era parte integrante de mis escritos y cursos, que el tema del cuidado no tenía el peso y la centralidad que tiene en estos momentos. Quizás sea parte de un movimiento histórico que despierta frente a los riesgos actuales: tomar conciencia que no se puede descuidar la fuente de nuestra vida, tanto al planeta del que somos parte como nuestra fragilidad y vulnerabilidad, que nos hacen depender del otro para sobrevivir. Ahora el cuidado se recortó como eje y centro de mi actividad, tal vez por un largo camino de cuidar y ser cuidada.

Algo se despertó en mí al conocer Islandia, tierra de mis sueños juveniles, con la rudeza de su clima y paisaje, con la limpidez de su gente y la historia de un vivir imposible sin otros, de una lucha por la libertad que generó el primer parlamento democrático del mundo, fechado en 930 d.C. Allí algo se centró como quien pone un reflector. Como en el cine, que alumbra lo que siempre estuvo allí, a oscuras, y ahora se ve.

Recorro mi vida, larga vida de 80 años, y la luz va enfocando todos los cuidados que recibí y di. Y todo lo que fue posible porque ellos, los otros, estuvieron. Y viendo así la potencia que para cada uno tiene como fuerza y movimientos, sacrificios y heroísmos el cuidar a otros, ya sean familia o amigos, simplemente otro.

Hace años que realizábamos talleres sobre Cuidar al que Cuida, pero ello era sólo una parte valiosa e interesante de mi práctica social. Mas desde hace un año lo veo con otra luz, mucho más poderosa, resalta en mis lecturas, observaciones y escritos como un eje ideológico, político y existencial también, habiendo encontrado en la crisis de los cuidados mucho más que un tema o problema, sino la esencia misma de «la catástrofe civilizatoria» actual, provocada por la depredación codiciosa de los centros de poder económicos. Miro alrededor en esta gran ciudad de Buenos Aires y pienso con asombro: ¿no se están dando cuenta?

De qué trata el texto, qué van a encontrar

Me propongo compartir con el lector una mirada de los cuidados desde diferentes ángulos. En principio, observando las condiciones de producción de vida hoy en día, leyendo los modelos de organización social y sus determinaciones económicas y viendo qué tipo de cuidados propician o generan. A partir de ahí señalar los tiempos de crisis que atraviesan los cuidados hoy.

También quisiera acercarles otras formas y otros ritmos de realizar los cuidados y cuáles son los aprendizajes que de esa historia podemos extraer.

Además, me propongo realizar una lectura de prácticas actuales de cuidados en diferentes contextos y sobre diversas problemáticas, y en cada una de ellas mirar las formas de cuidar y descuidar, y sus posibles soluciones.

Junto con eso se proporciona a los lectores múltiples referencias, a fin de que cada cual pueda replicar y enriquecer sus propias búsquedas y descubrimientos, sus propias líneas de indagación. Asimismo, dejo un correo para quienes deseen aportar sugerencias, preguntas o comentarios. Sepan que serán bien recibidos1*.

¿A quiénes puede interesar el tema?

En principio puede interesarle a todos, ya que no existe humano que no haya recibido cuidados, ni haya cuidado a otros. Y no hay quien no tendrá que seguir haciéndolo, y cada vez más, a lo largo de su existencia. Este es un plano general. Por otro lado, a todos aquellos que cuidan de otros en su práctica cotidiana, ya sea en obligaciones familiares, ya sea en tanto profesional. A todos quienes los cuidados los atraviesan en su diario hacer, en su cotidianeidad más intensa, como enfermeras, parteras, maestras, asistentes de quirófano, médicos, auxiliares de enfermería, acompañantes terapéuticos, anestesistas, kinesiólogos, psicólogos, cuidadores domiciliarios, trabajadores sociales, doulas y tantos y tantos otros, y que encuentren en este texto miradas o reflexiones que los representen, los esclarezcan, los alivien, los acompañen y les permitan redimensionar la potencia de sus prácticas. Y además a todos aquellos cuya participación social y política les ofrezca un sentido más universal de su hacer cuidadoso para los otros, para la Tierra y para sí mismos.


1* elenadelaaldea@gmail.com