portada.jpg

PRESENTACIÓN

Los capítulos de este libro tienen distintos orígenes. Algunos son artículos ya publicados en revistas, otros son conferencias que he pronunciado en estos dos últimos años en diferentes lugares y que he revisado para mejorar el texto. Me ha parecido que valía la pena agruparlos en una publicación, para hacerlos accesibles a un mayor número de personas y animarlas en su vida cristiana.

Tratan de diversos aspectos de la vida espiritual que profundizan o completan lo que ya he tratado en mis libros anteriores: la apertura al Espíritu Santo, la oración, la libertad interior, la paz del corazón, etc...

Lo que proporciona unidad a estos capítulos es la visión de que la existencia cristiana no consiste ante todo en un esfuerzo humano inquieto y tenso, sino en la acogida del don de Dios. «¡Si conocieras el don de Dios!», dice Jesús a la mujer de Samaría en el Evangelio de Juan (Jn 4, 10). El cristianismo no es una religión del esfuerzo humano, sino una religión de la gracia divina; cuando la Iglesia canoniza a uno de sus hijos, celebra sin duda la respuesta de una persona a la llamada de Dios, pero sobre todo glorifica la misericordia del Padre, la fuerza que tiene esa misericordia para transformar una vida. «Por gracia habéis sido salvados mediante la fe; y esto no procede de vosotros, puesto que es un don de Dios», afirma san Pablo en la carta a los Efesios (2, 8).

Ser cristiano no es ante todo una tarea que cumplir, una lista de cosas que hay que hacer, sino sobre todo acoger, mediante la fe (una fe llena de esperanza y amor), el don inmenso que se nos ofrece gratuitamente. Vivir el Evangelio es aprender a recibir, con todas las limitaciones y fragilidades humanas, toda la riqueza del amor misericordioso del Padre, dejarse transformar por él día tras día, responder libre y generosamente a este amor, y compartirlo con quienes el Señor pone en nuestro camino.

Más que nunca, Dios desea revelarse y comunicarse. Nada le agrada más que encontrar corazones que acojan, con total confianza y disponibilidad, el don continuamente renovado de su amor. Ojalá este libro ayude a los lectores a perseverar en la fe, la esperanza y la caridad, para estar siempre abiertos a la acción del Espíritu Santo, y anticipar la Pentecostés de amor y misericordia que Dios desea derramar sobre nuestro mundo, para que «toda carne vea la salvación de Dios», según la promesa de la Escritura (Cfr. Lc 3, 6).