Universidad de Guadalajara

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Rector General



Dr. Miguel Ángel Navarro Navarro

Vicerrector Ejecutivo



Mtro. José Alfredo Peña Ramos

Secretario General



Dr. Aristarco Regalado Pinedo

Rector del Centro Universitario de los Lagos



Dra. Rebeca Vanesa García Corzo

Secretaria Académica



Mtra. Yamile F. Arrieta Rodríguez

Jefa de la Unidad Editorial



© Eduardo Camacho Mercado



ISBN 978-607-742-827-5



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Frente al hambre y al obús: Iglesia y feligresía en Totatiche y el cañón de Bolaños, 1876-1926

de Eduardo Camacho Mercado

se editó para publicación digital en septiembre de 2017 en

Editorial Página Seis, S.A. de C.V.

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Coordinación editorial: Felipe Ponce

Diagramación: Mónica Millán

Cuidado del texto: Página Seis

Diseño de cubierta: Página Seis

Imagen de cubierta: Pbro. Cristóbal Magallanes en una comunidad huichola en la barranca de Azqueltán. 30 de enero de 1926. Fuente: Museo San Cristóbal Magallanes.

AGRADECIMIENTOS



Una primera versión de este trabajo fue presentada como tesis doctoral en el Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social Unidad Occidente (CIESAS-Occidente). Pude realizar los estudios de doctorado gracias al financiamiento del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT). A estas dos instituciones, mi gratitud.

Durante el proceso de investigación recibí el apoyo amable e incondicional de muchas personas. Por ello quiero reconocer a Teresa Fernández y a Robert Curley, quienes tuvieron la atención de leer el primer borrador de mi anteproyecto de investigación, me recomendaron lecturas y me ayudaron a clarificar y modificar mis ideas. Debo agradecer también a Luisa Gabayet, Alicia Civera, Alma Dorantes, Julia Preciado y Teresa Fernández por las sesiones de debate y la asesoría durante los seminarios de investigación de la línea de historia del doctorado. Fue en estos espacios principalmente, donde se configuró el estudio que se presenta aquí.

Durante el trabajo de archivo, recibí el apoyo de muchas personas: gracias al personal del Archivo Histórico de Jalisco, en especial a Fabián Acosta; a la maestra Glafira Magaña y su equipo de archivistas del Archivo Histórico de la Arquidiócesis de Guadalajara; al personal del Archivo Histórico de la SEP y del archivo municipal de Villa Guerrero. Mi agradecimiento a los sacerdotes de las parroquias que visité, en particular a los padres Antonio Casillas Navarro y Alonso Michel quienes, además de permitirme la consulta de los archivos parroquiales, me hospedaron en el curato y con los que disfruté de conversaciones agradables. En la etapa de corrección para la publicación, recibí atinados consejos y observaciones del padre Juan González Morfín y de Francisco Barbosa.

Tuve la fortuna de contar con el apoyo de dos excelentes investigadores y personas: Alma Dorantes y Servando Ortoll. En todo momento amables, asumieron con seriedad la difícil labor de leer cientos de páginas de una obra en proceso de construcción. Agradezco su paciencia y sus observaciones siempre atinadas e inteligentes.

Quiero dejar constancia de mi más profundo agradecimiento a mi directora de tesis Julia Preciado Zamora. Compartió siempre con gusto, seriedad y dedicación sus conocimientos, y supo transmitirme, además, su pasión por la historia, una historia que puede ser científica, sin dejar de ser un arte. Como aconsejó Marc Bloch: «Cuidémonos de quitar a nuestra ciencia su parte de poesía.»

Agradezco también el apoyo que recibí en el Centro Universitario de los Lagos de la Universidad de Guadalajara, en especial de Roberto Castelán y de María Eugenia Amador. A Aristarco Regalado Pinedo le agradezco su interés por mi trabajo y las gestiones realizadas para que fuera posible su publicación.

Mi especial gratitud al padre Tomás de Híjar Ornelas, principal responsable, junto con Aristarco Regalado, de que mi investigación haya salido a la luz. El trabajo que realiza el padre Tomás de Híjar, y su amor por la historia, representan uno de los mayores aportes al avance del conocimiento histórico de la Arquidiócesis de Guadalajara, de esta generación a la que pertenecemos.

También externo mi reconocimiento a la maestra Cecilia Palomar Verea por la cuidadosa y diligente lectura y aliño del presente texto.

Este trabajo no hubiera sido posible sin el apoyo amoroso e incondicional de mi esposa Lina, con quien comparto vida y profesión, y de mis hijas Fátima y Mariana.

LISTA DE ABREVIATURAS



AHAG Archivo Histórico de la Arquidiócesis de Guadalajara.

AHAG-CO-OYJ-n-n Archivo Histórico de la Arquidiócesis de Guadalajara. Sección Gobierno. Serie Secretaría. Correspondencia Obispos. Orozco y Jiménez. Caja. Expediente.

AHAG-PB-n-n Archivo Histórico de la Arquidiócesis de Guadalajara. Sección Gobierno. Serie Parroquias. Bolaños. Caja. Expediente.

AHAG-PCH-n-n Archivo Histórico de la Arquidiócesis de Guadalajara. Sección Gobierno. Serie Parroquias. Chimaltitán. Caja. Expediente.

AHAG-PSM-n-n Archivo Histórico de la Arquidiócesis de Guadalajara. Sección Gobierno. Serie Parroquias. San Martín. Caja. Expediente.

AHAG-PT-n-n Archivo Histórico de la Arquidiócesis de Guadalajara. Sección Gobierno. Serie Parroquias. Totatiche. Caja. Expediente.

AHAG-PVG-n-n Archivo Histórico de la Arquidiócesis de Guadalajara. Sección Gobierno. Serie Parroquias. Villa Guerrero. Caja. Expediente.

AHAG-S-SXIX-n-n Archivo Histórico de la Arquidiócesis de Guadalajara. Sección Gobierno. Serie Sacerdotes. Siglo XIX. Caja. Expediente.

AHJ Archivo Histórico de Jalisco.

AHSEP Archivo Histórico de la Secretaría de Educación Pública.

AHSEP-SEP-ECI-N Archivo Histórico de la Secretaría de Educación Pública. Fondo SEP, Sección Departamento de Educación y Cultura Indígena. Serie Nombramientos.

AMVG Archivo Municipal de Villa Guerrero.

APCH Archivo Parroquial de Chimaltitán.

APSM Archivo Parroquial de San Martín.

APT Archivo Parroquial de Totatiche.

APVG Archivo Parroquial de Villa Guerrero.

Te dará, frente al hambre y al obús,

un higo San Felipe de Jesús.

Suave Patria

Ramón López Velarde, 1921.



La rémora mayúscula en el encausamiento de estos pueblos […], es el prestigio profundo de que nuestros enemigos los sacerdotes se han sabido captar. Desde el púlpito y el confesionario sujetan las voluntades prescribiéndoles sus ideas con todo el absolutismo de los más depravados dictadores.

«Carta remitida desde Colotlán.»

Anónimo, c. 1925.



Y por cuanto el hombre ha sido dotado por Dios con alma y cuerpo, no podemos menos que vene­rar con culto externo. […] Este culto externo ha de ser no sólo personal y doméstico, sino público; porque el Señor es creador no sólo de los indivi­duos, sino de las sociedades.

Concilio Plenario de la América Latina. 1899.



Ningún acto religioso podrá verificarse pública­mente, si no es en el interior de los templos.

Decreto que reglamenta las Leyes de Reforma incorporadas a la Constitución. 1874.

PALABRAS LIMINARES





Formidable desde donde quiera verse es la investigación meticulosa que Eduardo Camacho Mercado emprendió para realizar la obra monumental que anteceden estas líneas, ociosas si de ponderar se tratara una labor que ha colmado en grado superlativo el reconocimiento público, otorgándole el máximo galardón al que puede aspirar en México un esfuerzo de esta índole: el premio ‘Francisco Javier Clavijero’ 2013, del Instituto Nacional de Antro­pología e Historia, conferido al mejor trabajo de investigación en el campo de la historia y la etnohistoria por su «propuesta interpretativa o teórica y un aparato crítico riguroso y sólido», reconocimiento al que se añadió en la misma temporalidad la mención honorífica otorgada por el jurado del certa­men de historia regional mexicana ‘Atanasio G. Saravia’, de Fomento Cultural Banamex, instaurado para estimular a «quienes se dedican al estudio de la historia regional mexicana y a fomentar las investigaciones sobre temas re­feridos al particular».

Tales deferencias logró la tesis «Reforma social y catolicismo social en Totatiche y el cañón de Bolaños», con la que nuestro autor, profesor de tiempo completo en la Licenciatura en Humanidades en el Centro Universi­tario de los Lagos de la Universidad de Guadalajara, acreditó el doctorado en ciencias sociales en el Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS), y que ahora se publica bajo el título «Frente al hambre y al obús: Iglesia y feligresía en Totatiche y el Cañón de Bolaños», coeditada por el Centro Universitario de los Lagos y el Departamento de Es­tudios Históricos de la Arquidiócesis de Guadalajara.

Valgan estos párrafos tan sólo para enunciar brevemente lo novedo­so de una obra que explica la estrategia empleada en su tiempo para paliar un poco las imperiosas necesidades de subsistencia de los pobladores de una zona geográfica remontada, que aun cuando tuvo su época de esplen­dor, resintió luego marginación y ostracismo.

Situada en los confines de los estados de Jalisco y Zacatecas, separada de las capitales de ambas entidades por cordilleras elevadísimas; privada de la bonanza que un día le dieran sus vetas argentíferas y al filo del reducto a donde se confinaron los últimos descendientes de los moradores originarios de esos lares, wirraricas, coras y tepehuanos; en la boca de dos poblaciones prominentes, Colotlán y Tlaltenango, pero no cercanas a ellas; los habitantes del Cañón de Bolaños y de Totatiche conservaban en el último tercio del siglo XIX algo del recelo y altivez del componente humano de los otrora pueblos-frontera y las cicatrices del merodeo de los caudillos que asolaron la región durante el siglo XIX.

Fue en tal geografía donde en los cincuenta años que van de 1876 a 1926 se implementaron acciones eficaces tendientes a mitigar la estrechez material de las gentes de esos confines, posibles gracias a las iniciativas que hizo suya la Arquidiócesis de Guadalajara y pusieron en práctica los párrocos de esas comunidades, especialmente el de Totatiche, cuya talla de gigante a ratos oculta pero no desvanece la palma del martirio, recibida durante la crudelísima guerra cristera.

No sólo pero especialmente, la ejemplar y sistemática labor ejercida por el párroco de Totatiche, Cristóbal Magallanes Jara, vista años más años menos a la distancia de un siglo, aquilata el efecto saludable que derivó a la postre de la supeditación jurídica de la Iglesia a la hegemonía del Estado a partir de 1856, y condensa el ajuste necesario que sobrevino a la abrupta ruptura entre dos instancias que caminaron siempre de la mano desde que su presencia en estos lares fue adquiriendo carta de naturalidad: la Iglesia y el Estado.

Como luego de la independencia de México la necesidad de autono­mía de ambas instituciones no fue el resultado del diálogo y de los acuerdos, sino de medidas fulminantes y condenatorias entre las partes involucradas que atizaron el fragor de una guerra entre este último año y los tres siguien­tes, sólo el tiempo orilló a los actores sociales a seguir ventilando sus dife­rencias por la vía de la tolerancia tácita a favor de la atención a los depaupe­rados y de los remedios que procuró el catolicismo social para promover el mutualismo.

Aprovechando que entre 1876 y 1914 ni las leyes de Reforma que inhibían a la Iglesia para hacerse cargo de obras asistenciales se aplicaron en este rubro a rajatabla y con toda severidad, ni el incipiente catolicismo social de entresiglos aspiró a reivindicar privilegios institucionales —como la con­fesionalidad del Estado— del todo obsoleta incluso para los propósitos de la Iglesia en una sociedad democrática, se allanaron obstáculos, se suavizaron asperezas y se atendieron con eficacia rubros específicos a favor del pueblo desamparado.

De todo ello da cuenta cabal el creador de un texto que pasará a la posteridad como un modelo en su género y también como un estímulo para que su autor siga dedicando a la investigación parte del tiempo que ahora le reclaman otras actividades, pues no debe privarnos de un talento natural y ya maduro, muy capacitado para seguir ahondando en este y otros temas con él relacionados.

Sepan quienes lean y consulten este libro, que el doctor Camacho Mercado supera con creces los tres desafíos para producciones de esta índo­le: su prosa, sin ribetes de lirismo, es fluida y amena; su metodología riguro­sa y sus fuentes exhaustivas. Además, su manera de presentarnos los hechos ajena totalmente a la manía de calificar las acciones de los muertos, garan­tizando así la ecuanimidad del investigador académico y dando testimonio de lo que deben ser labores similares, de las que por cierto el campo de la historia de la Iglesia en Guadalajara estaba casi ayuna desde 1981, año de la desaparición física de don José Ignacio Dávila Garibi.

Todo ello lo consigue su autor introduciéndonos a su estudio con una extensa y pertinente nota, luego de la cual, en siete generosos capítulos, expone la génesis de lo que él llama restauración católica y nacimiento y desarrollo del catolicismo social mexicano; se detiene después en la parti­cipación de tres prelados guadalajarenses (serían cuatro, pero uno de ellos tuvo poco tiempo para trascender) que llevaron el timón de esta hazaña en otros tantos momentos; hace una explicación necesaria de las característi­cas de la zona de su interés, tanto geográfica como social y cultural; acota lo que se refiere a la organización de las circunscripciones parroquiales allí asentadas; acomete la forma como se reordenó bajo la férula eclesiástica la religiosidad popular y los actos de culto, antaño a merced de la peculiar y a ratos caprichosa sensibilidad de sus moradores. Sigue un obligado capítulo para describir el fondo de su tema, el catolicismo social en las parroquias aquí estudiadas, aterrizándolo todo en un apartado donde la acción social católica termina enfrentada con el Estado revolucionario. Culmina lo expues­to con enjundiosas conclusiones y muy importantes anexos mapográficos, estadísticos, documentales y fotográficos.

Demos la bienvenida a un libro que dará mucha tela de donde cor­tar a las generaciones actuales y futuras, pues induce a proseguir lo que él comenzó, traza una ruta para que la retomen otros y colma una laguna que por motivos injustificados no han atendido los más interesados en ello: la de mostrar con nitidez cómo el catolicismo social de los cincuenta años histo­riados rescató la cepa cristiana del pueblo de México que algunos quisieron desarraigar.

Con el deseo de que tan acuciosa labor se vea recompensada con la lectura y los comentarios que de la misma deriven, y muy honrado de in­sertar estos párrafos al lado de un esfuerzo académico supremo, sólo deseo que la satisfacción del deber cumplido sea para el progenitor de este libro su máxima recompensa.



Guadalajara, Jalisco; 10 de septiembre del 2014

Tomás de Híjar Ornelas

Cronista de la Arquidiócesis de Guadalajara.