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Alberto Adriani

Antología

Créditos

ISBN rústica: 978-84-9007-672-9.

ISBN ebook: 978-84-9007-370-4.

Sumario

Créditos 4

Brevísima presentación 13

La vida 13

La Venezuela que soñamos 15

Psicología comparada 17

El tipo criminal nato ante la sana filosofía 17

Rectificaciones sociales 26

Un programa de gobierno 29

Vida nueva. La nueva orientación filosófica 30

Progresos democráticos de la América Latina 32

Intelectualismo 43

Paradojas de la vida histórica 47

El porvenir de la América 49

La nueva Alemania y Walter Rathenau 51

La nueva orientación de la historia 61

El idealismo actual y nosotros 64

Población y saneamiento 71

Hindenburg y el resurgimiento de Alemania 73

Los Estados Unidos de Europa 75

La crisis política actual y el estado orgánico 80

El próximo centenario bolivariano 86

Capital estadounidense en américa latina 89

Venezuela y sus problemas de la inmigración 92

I. Ventajas y desventajas de la inmigración 92

II. Cómo se plantea hoy la cuestión de la inmigración 94

III. Las dos políticas en materia de inmigración 95

IV. Conclusiones 98

La primera etapa de una política económica 101

La inmigración de capitales en América Latina 106

Un plan para el desarrollo de la agricultura en Colombia 111

I. Los trópicos, asiento de la gran industria agrícola 111

II. Un plan colombiano para desarrollar la agricultura 112

III. La agricultura, la inmigración y la colonización 115

IV. La transformación de Colombia 116

La Conferencia Parlamentaria Internacional de Comercio de Río de Janeiro 118

La colaboración agrícola interamericana 123

La unión panamericana y la cooperación agrícola 126

II 128

III 128

La valorización del café y nuestra economía nacional 133

l. La valorización brasileña 133

II. Las perspectivas de la valorización 133

III. Un plan de organización de la industria cafetera 135

IV. Sugestiones para un plan de desarrollo de la agricultura venezolana 137

Sobre el porvenir de la industria cafetera 141

Persiste la crisis textil 141

Mejoras de los medios de transporte 142

La producción aumenta enormemente 144

Apoyo prestado por los banqueros ingleses 144

Los productores se muestran reticentes respecto a sus beneficios 145

Comentario del doctor Adriani 147

La convención cafetera de Chicago 148

El cónsul diserta sobre la exportación cooperativa 150

Los tostadores americanos pretenden que sus industriales producirán pérdidas 151

El café y nosotros 153

El costo de producción en el Brasil 153

La próxima cosecha brasileña y las existencias mundiales 154

La solidez financiera del instituto del café 154

Lo que se opina de la situación 155

Nuevas organizaciones cafeteras 156

Nosotros y la situación 157

La cosecha y el consumo mundiales 160

El control de los precios 160

La valorización en el banquillo 160

El futuro de la valorización 162

Los aspectos de la producción en el primer plano 163

La ciencia y el porvenir de la industria cafetera 165

Valorización financiera y producción eficiente 165

El factor científico en algunos países cafeteros 166

El futuro de la industria cafetera en Venezuela 168

Importancia de las estaciones experimentales 169

La colonización en Venezuela 171

Nosotros y los angloamericanos 173

El esfuerzo de nivelación 174

La importancia de la política migratoria 175

La colonización en Venezuela 176

Crónica cafetera 180

El descenso de los precios 181

La valorización brasileña 182

Congreso anual de los tostadores americanos 183

Otra sociedad nacional de agricultores 183

Estrados de las plagas del café 184

La situación y nosotros 184

Estación experimental cafetera en Nicaragua 186

La próxima Conferencia Agrícola Panamericana 189

La agricultura y los congresos panamericanos 189

Los antecedentes inmediatos 192

Carácter y finalidad de la conferencia 194

Los posibles resultados 194

El nuevo empréstito brasileño y la situación cafetera 198

El balance de la valorización 199

Hacia una nueva política 200

Lecturas agrícolas 203

Un sistema nacional de comunicaciones 207

Dónde están y cómo se remedian las deficiencias 208

Un sistema nacional de comunicaciones 210

Coordinación de los medios de transporte 212

Construcción y explotación de las vías de comunicación 213

La crisis de los ferrocarriles 215

El auge de la carretera 217

Las vías fluviales 219

No muchos puertos, sino buenos 220

Soluciones internacionales de la crisis cafetera 222

La conferencia agrícola internacional 222

Recomendaciones sobre la industria cafetera 225

El Brasil convoca un congreso cafetero 226

La acción que compete a varios gobiernos 227

La crisis, los cambios y nosotros 229

El mecanismo de los cambios 231

La manipulación de la reserva áurea 235

Lo que implica un cambio bajo 238

Los remedios practicados 239

El balance de los años prósperos 240

En previsión de la próxima crisis 244

Los problemas monetarios y de crédito 246

La carretera y el ferrocarril en Venezuela. Una equiparación imposible 252

El automóvil contra el ferrocarril 252

Las peripecias de nuestros ferrocarriles 254

El desenvolvimiento triunfal de la carretera en Venezuela 256

Una equiparación imposible 259

Los medios de la equiparación 261

La oportunidad de la reglamentación 262

La organización de la industria cafetera colombiana 264

El avance de una industria 264

La federación nacional de cafeteros 267

Las actividades de la federación 269

Hacia la integración de la economía colombiana 274

Venezuela y su industria cafetera 276

Algunos datos estadísticos 277

Desarrollo y estancamiento de la industria 280

En la encrucijada 283

El dilema de nuestra moneda y la situación económica venezolana 286

Los efectos de la actual crisis en el mundo 287

Los efectos de la crisis en Venezuela 290

El mundo frente a la crisis 295

El dilema de nuestra moneda: tónico o depresor 298

En busca de opositores 299

Para aprovechar la oportunidad 301

Pereunt et Imputatur 303

Las limitaciones del nacionalismo económico 304

l. El nacionalismo de moda 304

II. El carácter del nuevo nacionalismo 309

III. En la brecha abierta al internacionalismo 311

IV. La razones de los dos sistemas 315

V. ¿Hacia la economía mundial o hacia las economías imperiales? 320

Las primas de exportación 325

El convenio sobre el cambio 327

Mientras dictaminan los expertos 331

La tributación y el nuevo Estado social 333

La estructura financiera del nuevo Estado 333

Poderes financieros del nuevo Estado 334

La coordinación de los sistemas tributarios 337

Alocución por radio 340

La vieja plaga y nosotros 344

Libros a la carta 351

Brevísima presentación

La vida

Alberto Adriani (1892-1936) es una figura clave de la historia contemporánea de Venezuela. Adriani murió joven, en pleno ejercicio público. Graduado en Suiza de economía y ciencias sociales, pronto comenzó a escribir y interesado en temas económicos. La presente edición está basada en la de la Biblioteca de Ayacucho de 1998, a cargo de Armando Rojas, con el auspicio de la Fundación Alberto Adriani. En esta selección de textos sobre Venezuela, que Adriani nunca llegó a publicar, pone de manifiesto su lucha por erradicar la desidia que posterga el porvenir de un país; alimentar una economía fundada en principios científicos, y estudiar con criterio los problemas relacionados con la realidad política, económica y social de Venezuela. Alberto Adriani trazó una líneas nuevas para el futuro de su país adoptando los principios de la democracia, condenando las desigualdades y las estrechas tradiciones peninsulares.

La Venezuela que soñamos

Psicología comparada

El tipo criminal nato ante la sana filosofía

En esta época de revolución y de transformación profundas: cuando recogemos la herencia que nos dejaron los siglos XVIII y XIX, siglos de audaz revolución política y social, de atrevida reforma en todas las ciencias, en todos los sistemas, y en todo orden; en que la anarquía de las inteligencias, que la Reforma había provocado, descendió a la práctica, no dejando nada en su lugar; en que las ciencias recibieron nuevos elementos que cambiaron su faz y su futuro; en que el error se hizo Hidra de cien cabezas; en que las libertades recibieron nuevo poderoso impulso, y en que hasta el principio que había regido la evolución histórica cambió; cuando el materialismo ha cundido por todas partes desquiciando creencias y conocimientos; cuando el error de nuevas teorías ha invadido con audacia inconcebible los campos de la verdad; cuando las ciencias y principalmente las naturales avanzan con pasos de gigante, pareciendo que aun los errores se fortifican, es necesario que en el mismo campo y con las mismas ciencias con que los falsos sabios parecen vigorizar sus errores y combatir los dogmas de la ciencia verdadera, se esclarezcan y resuelvan los problemas que preocupan, huyan los ambages del error, y sobre sus escuálidas y desoladas ruinas, se alce el sólido e imponente edificio de la verdad.

De aquí que se haya hecho necesario asimilarnos al pensamiento contemporáneo por el estudio de las ciencias biológicas o más bien psicobiológicas, cuyas aplicaciones se han hecho numerosas porque son las invocadas por la escuela materialista y otras en sus errores, siendo asunto de todo combate e intensificando o anonadando deducciones por propia cuenta, universalidad que es efecto del predominio y desarrollo que la tendencia científica moderna tiende a imprimir a las ciencias naturales, y de éstas, a las biológicas, habiendo convertido hasta la Psicología en Psicofisiología, y siendo como el puente de unión entre ellas y la Filosofía.

Y es a esta nueva ciencia, la Psicofisiología, que la tendencia científica moderna ha convertido en proteica, con variadas y útiles aplicaciones, a la que convergen gran parte de las investigaciones del filósofo de hoy, llegando casi a absorber su entera actividad, la que representa la gran ciencia del porvenir, y con la cual el porvenir encontrará los más acertados procedimientos. De su desarrollo y aplicaciones hablan las nuevas ciencias que se han planteado, entre las cuales, la Psicología Social, que estudia la psiquis de una dada sociedad, considerada en el espacio y en el tiempo, y que sería como coronamiento de la individual; una Psicología Pedagógica, que estudia en sus adentros la enseñanza, y que tendería a hacer más fácil, más precisa y eficaz la acción del pedagogo; otra Religiosa que estudia las creencias y sus modalidades; mientras se ponen los fundamentos de una Psicología Jurídica, que deberá estudiar el mejor modo de interpretar y aplicar las leyes, dadas las condiciones intrínsecas y extrínsecas de los pueblos.

Y aun se ha formado una nueva ciencia, la Psicología Comparada, ciencia de vastos dominios, que comprende el estudio del hombre en sus estados de salud y enfermedad, del ser humano en sus diversos sexos, en diversas edades, colocados en diversos climas, basándose para sus investigaciones en las relaciones de lo físico sobre lo moral; como también comprende el estudio del animal para relacionar sus acciones con las del hombre. Como se ve, este estudio se ha hecho importante, pudiéndose obtener por medio de él, el conocimiento más o menos genérico de la psiquis humana.

Puede considerarse como una parte de tan importante ciencia, la Psiquiatría, que estudia las enfermedades o anomalías mentales, y cuya importancia se ha puesto de relieve por su resonancia en los campos social, jurídico y criminal, y que ha sido la generadora de la teoría lombrosiana, al menos en su actual estado y tendencias, que por otra parte pueden considerarse como la evolución gradual y sistemática de esa tendencia que creía existiera relación entre lo físico y lo moral, y que fuera posible por los rasgos fisonómicos del individuo, conocer sus pasiones dominantes y su modo de pensar, tendencia que resume ese deseo irresistible que en el hombre se afana por descifrar los misterios que la naturaleza encierra en todas partes, pero con mayor razón los que encierra el alma de sus semejantes.

Es en Grecia, esa gran nación que apenas nace y sin más luz que el cerebro de sus genios, con inimitable perfección y en idioma cuasi divino, modela la más grande epopeya que ha salido del humano entendimiento; que ya piensa y filosofa; que modela ya, con perfección de artífice y originalidad profunda, los elementos de todas las ciencias y de todas las artes; y en Platón, el divino, y en Aristóteles, esos que plasmaron los elementos, no solo filosóficos, sino de la ciencia universal, que han cristalizado a medida que ha ido evolucionando el pensamiento de las generaciones posteriores; que mostraron los dos cauces por los cuales ha seguido corriendo el pensamiento humano en sus investigaciones filosóficas; y en Galeno y en una obra especial de Polemón, en donde encontramos los primeros desarrollos de esa teoría, que se perpetuó en las ciencias misteriosas de la Edad Media, como en las llamadas Quiromancia, Podomancia, Metroscopia y Umbilicomancia, que continúa en el estudio del jesuita Niquezio, Cardano, De La Chambre, Lavater, y otros, con sus estudios fisionómicos, de cuya transformación nació la Frenología de Gall, de Spursheim y de Vimont, estudios que decayeron por completo después que fue de común acuerdo que el cerebro no era un conjunto de órganos que funcionaban separados, sino un órgano solo, anatómica y funcionalmente, para dar nacimiento a su vez, a la teoría de las localizaciones cerebrales, cuyo principal sostenedor fue Broca, y llegar por último a plasmarse en las teorías de la escuela que estudiamos.

La escuela sostenedora de estas teorías, que estudia las acciones morales, individuales o sociales, desde un punto de vista casi netamente biológico, se ha denominado Antropológica Lombrosiana, porque aunque sus tendencias eran antiguas, como hemos dicho, y aunque habían sido objeto de estudios precursores de algunos sabios franceses, ingleses e italianos, no vino a adquirir su forma y tendencias actuales, hasta Lombroso, sabio médico italiano de la Universidad de Turín.

Dije que en estos últimos años la tendencia y marcha de la evolución científica habían constreñido a los sabios a volver su inteligencia y sus investigaciones hacia esas ciencias naturales que habían constituido como imperialismo en el campo científico, acrecentando inmensamente sus dominios, invadiendo los campos de muchas otras, y ejerciendo protectorado en ocasiones odioso, sobre casi todas. Y era lógico que en este estado tan floreciente para ellas, se quisiera hacer sus vasallos los demás conocimientos, estudiándose desde este punto de vista los fenómenos sociales, las acciones morales y hasta el crimen mismo. Y fue como consecuencia y a favor de este estado, que la genialidad profunda de Lombroso dio pábulo y encauzó estos estudios, atrayéndose muchos cooperadores, que han llegado a formar escuela, entre los cuales sus compatriotas Ferri, Garofallo, Marro, Virgilio, Bonfigli, Morselli; los franceses Tarde, Lacassagne, Manouvrier, Ribot y Topinard; los ingleses Maudsley, Tompson y Klark; los rusos Koowalewski, Minsloff y Tarnowski; varios españoles y americanos, entre los cuales Salillas, Quirós, llanas, Ingenieros; los alemanes y austriacos Benedikt, Krauss, Kurella, Kraft-Ebing, Kraepelin, y muchos otros de los países ya nombrados, y de otras nacionalidades.

Quieren los lombrosianos con sus estudios e investigaciones, hacer depender toda la vida humana con todas sus acciones y anormalidades de cualquier especie, de una acción del organismo, o sea anatómico-biológica determinante, que se desarrolla más o menos eficazmente según el ambiente externo moral o físico.

Es esta una consecuencia, deducida sin duda, de las pretensiones de la moderna Filosofía materialista, que negando el libre albedrío, considera cada acto humano como el producto fatal e inevitable de la acción combinada de una serie de factores, parte de los cuales ligados al ambiente externo, parte de los cuales pertenecerían al organismo individual, y como expresiones del modo de reaccionar del organismo, y en especial del sistema nervioso, a los estímulos externos, de modo que existiría una complicidad natural y social en la génesis del delito, considerando a su vez al espíritu, como una función de las células cerebrales.

Siendo las principales aplicaciones de estas teorías en el campo criminal, tratan de revolucionar los actuales métodos penales, contra los cuales se presentaron como avasallante y rumorosa oleada, para lo cual exponen como fundamentos su deficiencia para impedir las acciones delictuosas, y sobre todo las reiteraciones, abogando que no solo no corrigen al delincuente, sino que convierten al de ocasión en criminal de profesión; que no solo dejan de impedir el delito, sino que le dan pábulo. Y es de notar aquí mismo el manifiesto error de ellos, pues ya se ve que no dependen estos fenómenos, que por otra parte son tan complejos, de los actuales métodos penales sino de su modo de aplicación, requiriéndose para su legitimidad, una modificación de ellos.

Los estudios e investigaciones de esta escuela, han dado origen a dos nuevas ciencias: la Antropología Criminal, que estudia al delincuente bajo el punto de vista biológico; y la Sociología Criminal, que estudia el delito como fenómeno social y en sus factores sociales, indagando los medios más adaptados para prevenir e impedir tales fenómenos, o para efectuar la profilaxis y la terapia social de la delincuencia. Las cátedras destinadas a su estudio en muchas universidades y academias, los muchos volúmenes que se han publicado para dedicarlos a su estudio, y los congresos internacionales que en ellos solo se han ocupado, son resultados que hablan muy alto de su desarrollo e influencia, al menos en el campo jurídico-criminal.

Lombroso y sus discípulos fundamentan sus teorías sobre tres puntos: reincidencia, herencia y tipo criminal, constituyendo este último el punto más saliente e ingenioso de sus teorías.

Consiste el tipo criminal según ellos en determinada, fatal e irresistible tendencia con que nace un individuo para perpetrar un crimen. El principio raíz de esta tendencia sería una conformación interna o externa, de tal modo que sería como el molde en que se vacían determinadas tendencias que tienden a manifestarse. Este sería producto híbrido: de factores del organismo y en especial del sistema nervioso; de factores externos, o dependientes del ambiente físico, y social, en los cuales la acción se comete y adquiere formas especiales; y de otro factor: la herencia, que se manifestaría a través de un largo proceso degenerativo que tendería a implantar ciertas tendencias atávicas, siendo el tipo así formado, una desviación de la raza hacia el tipo primitivo y salvaje.

Este tipo se manifestaría antes del crimen y sería reconocido por el examen antropométrico de ciertos caracteres morfológicos y funcionales, acompañado de un examen de los caracteres psicológicos, sobre cuya mayor precisión están de acuerdo lombrosianos y los que no lo son, autenticidad que está de acuerdo con la importantísima y mucho mayor parte que el alma o la psiquis toma en toda acción.

Va el llamado tipo criminal nato directamente contra el libre albedrío, invencible Aquiles contra el cual se han arrojado en todos los tiempos los dardos obtusos del fatalismo, que han sido impotentes para herirlo y hacerlo flaquear, disponiendo cada día de nuevas fuerzas. Es inaceptable pues, toda teoría que lo ataque.

La lucha con nuestras pasiones que en ocasiones se muestran avasallantes, y que sin embargo son vencidas por la voluntad; esas impresiones que cambian por completo nuestra vida, y que no tendrían potencia para hacer flaquear esa acción biológica fatal e incontrastable; ese arrepentimiento que sentimos cuando ejecutamos ciertas acciones que hubiéramos podido dejar de ejecutar, y que no sentiríamos si supiéramos la necesidad de esas acciones; y muchos otros hechos de experiencia, son argumentos que como de nuestra conciencia, espía avanzada de nuestra personalidad, son de fuerza incontrastable.

El común sentir del linaje humano en todos los tiempos ha reconocido esa libertad, y ha consagrado en la moral los límites dentro de los cuales debe moverse: moral y límites que serían desprovistos de todo sentido, y como divagación que querría suponer moralidad que no existiría, y límites a los que ya los tendría azás demarcados. Y el sentido de todas las legislaciones que han venido rigiendo la tienen por base, y en consecuencia han dado el castigo de las malas acciones, y no como pura corrección que va en bien del delincuente, sino como expiación de acciones contra las cuales la sociedad pide venganza, y como escarmiento en los demás; y han dado el premio de las buenas, no como a bienhechoras necesarias, sino como productos de industriosa y enérgica actividad: es decir, como tratándose de acciones desmeritorias o meritorias, que reconocen libre elección del entendimiento y libre actuación de la voluntad, con ausencia de toda coacción y determinación intrínseca.

Otra cosa con la cual los lombrosianos desvirtúan el absolutismo de sus teorías, es el uso de las casas de corrección, que en el supuesto lombrosiano, o que toda acción es resultado de la reacción del organismo al ambiente físico o social, serían inútiles, pues es claro que las tales casas tendrían por objeto evitar las reincidencias, lo que sería obtenido en las casas mismas, pero retornarían al volver el individuo al primitivo ambiente; y dada esta inutilidad sería injusto que se obligara a la sociedad —que por otra parte debería hacer bienes a aquellos contra los cuales pide expiación de acciones que le son odiosas— a mantenerlas.

Pero no solo estas teorías están en contra de las anteriores deducciones, sino que son innobles, pues le quitan al hombre lo único que le puede enaltecer y hacerle superior no solo al reptil que se arrastra en el polvo, al batracio que vive y se revuelca en el fango, al insecto que se encierra en su capullo; sino a ese vegetal que crece y fructifica, porque dadas las condiciones en que se encuentra, no puede menos de crecer y fructificar; convirtiéndole en pobre loco que va en pos del ideal que no conoce; en Tántalo siempre en suplicio que quiere llevar a cabo muchos proyectos, que ve muchas maravillas con su inteligencia superior, pero que no puede actuar con su voluntad impotente; en máquina que no puede ejecutar sino lo encomendado, abatiendo o apocando esa, esa constancia y esa confianza, que dependen de su voluntad y que constituyen su genialidad. Como se hace de la humanidad entera bandada de brutos, tanto más desgraciados cuanto parecen más nobles, prostituyendo ese trabajo ennoblecedor que ha llevado a cabo, a costa de tanta lucha y de tantos sacrificios; y considerando esa civilización tan brillante que ha levantado como producto formado por segregaciones necesarias de cerebros que debían actuar dadas las condiciones del ambiente.

Más no se pueden rechazar totalmente esas teorías que tanto influjo han tenido y diremos hasta qué punto son aceptables.

Podemos admitir que esas tendencias sean, en cierto modo, productos de factores biológicos, entre los cuales el principal sería la herencia; podemos admitir que la herencia, ese notable y utilísimo factor biológico —a favor del cual, en cierto modo, la humanidad ha podido conservarse y conservar su civilización; con cuyo estudio el médico ha impedido muchas degeneraciones, aprovechando inmensamente la resistencia de la especie; y el ganadero ha podido obtener razas fuertes y productivas; y el agrónomo útiles ejemplares de nuevas plantas— pueda influir notablemente, pero no de un modo absoluto, pues que en ciertas circunstancias, así como se hereda el vicio, debía heredarse la virtud, y hemos visto que de padres honrados nacen hijos malvados, y viceversa.

Y el mismo tipo criminal se puede aceptar en sentido lato, y así como se dice que el poeta y el orador nacen —como que todo individuo nace con una aptitud marcada para tal o cual género de acciones— así también se puede decir esto del tipo criminal. Y ¿quién no ha visto a ciertos niños que desde pequeños dicen lo que van a ser, y niños que muestran muy temprano sus malas inclinaciones?

Y se puede admitir que por el examen de ciertos caracteres morfológicos y funcionales, auxiliado por el examen de los caracteres psicológicos, se pueda llegar a conocer el tipo criminal, pues es de experiencia que en ciertos temperamentos que se pueden reconocer por ciertas notas anatómicas, existen ciertas pasiones, pudiéndose conocer el carácter de los individuos en quienes está radicado; pero con las mismas restricciones, y no haciendo uso de absolutismos, pues que en la reacción química de los elementos se podrá conocer siempre el compuesto resultante; dada la fuerza con que se lanza un cuerpo, y el peso del cuerpo mismo, se podrá conocer con precisión casi matemática su trayectoria; dados los datos suficientes de un problema matemático se podrá hallar su solución perfecta; pero nunca se podrá penetrar en los misterios del corazón humano: mar insondable que solo se conoce en sus orillas, y cuyos elementos están en continuo cambio y repulsión. Pero las deducciones que se saquen de prudente examen son racionales, sobre todo si se nota que el alma está en íntima unión con el cuerpo y por él se manifiesta, y que estas tendencias puedan provenir, aunque en parte, del organismo, siendo esta la causa de que a determinadas tendencias correspondan ciertas notas anatómicas.

Pero el tipo criminal puede presentarse, no solo como dice Lombroso, antes del crimen, sino también después de él, como que está comprobado que el ejercicio de una facultad desarrolla el órgano correspondiente, y se ha visto que las repetidas acciones criminosas dejan impreso su sello en el individuo, de modo que se pueda con mayor o menor aproximación reconocer el tipo criminal. Este tipo así considerado en su formación, no se diferenciaría de los tipos del fumador, del borracho y del voluptuoso, que dejan reconocerse en ciertas notas anatómicas y fisiológicas; y no diferiría aun lo que en él sucede, de lo que pasa en el marino, en el nómade, y en los de cualquiera otra profesión, que dada ésta desarrollan a la larga ciertas facultades que se manifiestan en su modo de ser exterior.

Hemos dicho que se puede admitir la influencia de factores biológicos, y aunque sus reacciones a los ambientes físico y social, pueden influir y hasta adulterar la acción de la voluntad, pero nunca esta acción será fatal e incontrastable, de tal modo que no puede ejercer su dominio, y esto ni en los locos, cuyas acciones son productos incoherentes de una mente anómala y enferma, y no de una determinación fatal. Y está probado que instrucción y educación, con sus poderes de modificación y de progreso; la religión con su poder suavizador; y el estado económico, pueden modificar esa acción, llegando a influir de un modo notable en la modificación del carácter, principalmente en los primeros años; e impresiones en la edad adulta cambian por completo la vida modificando sus pasiones. Esto lo han reconocido los lombrosianos, al recomendar las casas de corrección, método inútil si no se reconoce la modificación del espíritu y de sus pasiones.

Ahora después de haber examinado uno de los puntos más importantes de la teoría lombrosiana, preguntamos: ¿llegará a ser aceptada la teoría, y aceptada en la práctica? Cierto que las teorías lombrosianas fueron exageradas, cierto que tienen mucho de extravagante, que fueron hijas de loca precipitación; pero ellas como resultado que son de la transformación de una antigua tendencia, y dadas su actual aceptación teórica, y su resonancia al menos en el campo jurídico-criminal, y aun cuando sea cierto que deberán sufrir una transformación más de acuerdo con las enseñanzas de la verdadera Filosofía, y encontrar un estado social más favorable, serán aceptadas y llegarán a su actuación sin duda.

Pero aunque su desarrollo llegue a ser inmenso, aunque ya haya sido su influencia poderosa, para llegar a la práctica, necesitarán una metamorfosis profunda, y jamás llegarán a ser desvirtuadas las verdades de la sana Filosofía, y de la ciencia verdadera, pues que la verdad es inalterable y eterna, y en las grandes luchas del pensamiento, tarde que temprano triunfa, y el error está destinado a flaquear y perecer.

Mérida, 21 de septiembre de 1916

Rectificaciones sociales

Cuando llegue a ser de nuestro dominio la lección que se desprende de la actual crisis de civilización, cuando sean conocidas las causas que llevaron a la guerra en un espantoso florecimiento de odios, encontraremos que debe ser necesariamente otra nuestra línea de conducta, que nuestros elementos de vida no han llegado a compenetrarse en el grado que es necesario para asegurar la estabilidad social.

No ha mucho la serenidad de pensamiento de Rodó, llegó a plasmar en fórmulas precisas, la ecuación social, en la que Ariel y Calibán, deben encontrarse sabiamente mezclados, para llegar a una vida armónica y estable; nuestros muchos pensadores alzaban su voz para advertir cómo había desequilibrio en las actuales sociedades, y llegaban a señalar la crisis que se desencadenaba incontenible sobre la paz angustiosa de esa hora de la civilización.

Y aun la guerra actual: una crisis de nuestra concepción de la vida; conflicto de civilizaciones diversas; lucha de los principios que las conforman; y a la vez, creo yo, un debate por la eficiencia de los actuales valores sociales, debate en que una u otra civilización, o una síntesis sabia de ellas, va definitivamente y por un largo ciclo, a prevalecer en el actual mundo todo uno, formando un solo cuerpo de intereses, fundido en una sola malla de ideales.

Veremos qué discrepancias han puesto desequilibrio y llevado hacia la lucha las dos corrientes de espíritu que en la cultura moderna, sin límites precisos, sin lineamientos a decir verdad inconfundibles, informan y ameritan el pensamiento de la época actual.

Empezaremos por Alemania que caracteriza una de ellas, porque Alemania fue para sus filósofos, los más robustos del siglo pasado, el pueblo cuyo espíritu debía prevalecer en todo un ciclo de la evolución humana.

Solo sabemos de sus orígenes cuando asolaron la Europa; solo sabremos después cuando se cristianizan, cuando amagan cambiar la instintiva orientación que los había llevado a la agresión contra los pueblos de más allá de sus fronteras; y cuando la Reforma vino a decirnos del racional rechazo del cristianismo puro, como la norma de su vida moral. En efecto, la Reforma, rechazo, o cuando menos, deformación de una moral, significaba que Alemania se orientaba por un largo espacio de tiempo a un desarrollo espontáneo y sin molestias de su espíritu.

Viene después la teoría kantiana, emanación filosófica del movimiento de espíritu que había llevado a la Reforma. La teoría kantiana que levantaba en alto el imperativo categórico de una desconocida e instintiva voluntad humana, cuando con un sesgo de ilógica no hacía igual para la razón pura, se convertía en la posterior filosofía alemana, como era de esperarse en el egoísmo, asiento seguro de un desmedido Calibán, y el egoísmo iba a poner desequilibrio en su evolución, cuando la preparaba por una lógica de sentimientos, al atentado contra los principios extraños de su civilización.

Preparada la base metafísica de su orientación histórica, se dirige ahora hacía la realización del plan de vida que se ha propuesto. Y la filosofía dice por boca de Hegel y de Fichte, la superioridad de la cultura y de la vida alemana, y su predominio, como panacea de las inferioridades y tropiezos de que la civilización adolece en otros pueblos. Y Nietzsche, y Max Stirner y Schopenhauer, son en su pensamiento la apoteosis de la fuerza, la representación de la moral sin escrúpulos, el rechazo de las normas. Y Bismarck, y Morke y (ilegible en el original) rinden himnos a la guerra, son en sus vidas la efectividad de la tesis imperialista. Por una no interrumpida evolución, Alemania se preparaba a asegurar el predominio de su espíritu, y debía chocar con los intereses de otros pueblos. Y oyó el reverso de su tesis que de un modo racional también se deducía del ideal greco-latino.

En efecto, el ideal greco-latino, en el cual circula el culto a la belleza y al derecho, por una tradición que lleva savia de justicia y de altruismo era por su vida muy diversa de la vida germánica; había descuidado la orientación práctica de su filosofía del vivir; había olvidado a Calibán que se alzaba tímido frente a sus competidores, al mismo tiempo que se restaba, por su imprudente olvido la energía suficiente para poder por sí misma contrarrestar en pausado y hábil equilibrio, la impulsiva actividad del germano.

Ambas civilizaciones salidas de imperfectas concepciones de la vida, ambas desequilibradas para llegar a tener un desarrollo regular, sólido y tranquilo, debían ocurrir a medios anormales, para llegar a hacer sentir el valor de cada civilización, cuando el necesario choque tuviera efecto. Y toda la organización nacional: vida interna, vida exterior, con las simpatías que la acompañan, vida económica, eficiencia militar, se pusieron frente a frente dispuestos a estrellarse ambos, o a prevalecer alguna de ellas, cuando la guerra se encendió decididamente en Europa y cobijó con su velo de odios y su efervescencia de simpatías, el mundo.

Cuatro años han pasado, y sigue con igual furor la lucha, y el inmenso y rudo dolor humano no es óbice para que cada día nuevas generaciones marchen, al asalto, y rindan en gestos de dionisíaco furor sus vidas.

Lentamente sin embargo, en la celda del sabio, se desenvuelve la labor crítica de las causas que llevaron a la crisis, y su análisis se cierne ávido sobre los elementos de la futura integración social. Mientras esto pasa en la inteligencia del pensador, en el corazón del pueblo, el insuperable instinto de la vida trabaja en moldear los sentimientos, que quizá de una vez para siempre, asegurarán la marcha fácil y sosegada de las sociedades. Y todo esto va a la integración de una civilización, hacia la consecución de una sabia síntesis de vida. En medio de la lucha, en una lucha en que todo lo que es fuerza en una civilización puede apreciarse mejor que nunca, pues un desesperado forcejeo por la vida allega cuanto vale, todo lo útil, todo cuanto existe, los pueblos comprenderán sus imperfecciones, lo inadaptado de su cultura, y presentirán la sociedad del porvenir, tal como debe ser si es su objeto, vivir.

Ya antes de la guerra las sociedades habían prevenido, gracias al milagroso e insustituible instinto de la vida, la necesidad de equilibrarse y se podían ver en unos mismos medios las más extrañas corrientes de pensamiento. Y así el «nietzschiano», el instrumento de la adaptación alemana, tendía a imponerse en medios de verdadero espíritu evangélico. Ya hoy no será equilibrio: será una cabal compenetración, una radical rectificación la que tendremos.

Así lo creo. Es imposible que esta guerra que ha hablado con voz de realidad, con la siniestra palabra del acero, de todas las virtudes, de todas las imperfecciones de los pueblos, no tenga sus gigantescas consecuencias en el moldeamiento de las futuras sociedades, conjuntos armónicos de Calibán y de Ariel, del ser que sueña, y del ser que vive de realidades, fundidos en un ejemplo de soberbia hibridez.

La América, amorfa en sus características de vida, sin criterio moral sino para apreciar la extraña, incierta de cualquier modo en su marcha histórica, verá la realidad, apreciará en lo que vale esta lección que diariamente nos llega del Viejo Mundo, del solar de nuestros abuelos de espíritu y de raza.

Caracas, 13 de septiembre de 1918

Un programa de gobierno

Una nueva faz de nuestro desarrollo; un nuevo camino empezaremos a transitar desde hoy: desaparecerá la tiranía, y con ella las obstrucciones que en toda hora entorpecieron nuestro desarrollo nacional.

Libertad en todos los campos de la actividad: en el trabajo, en la prensa, en la política: protección del gobierno a toda proficua iniciativa: protección para el que trabaja: queremos levantar de sus ruinas la industria y el comercio: queremos dar un impulso gigantesco a la instrucción: favoreceremos la inmigración que ha de traer a nuestras playas gente robusta de cuerpo y de espíritu, que levante nuestra raza que decae o se estaciona: tenderemos ferrocarriles: construiremos carreteras, impulsaremos nuestras comunicaciones marítimas, para que por mar y tierra transiten sin tropiezos las riquezas nacionales. Adonde no llegue la iniciativa individual allí estará la del gobierno.

Nuestra voluntad indeclinable, nuestro amor por la patria, encontrará a no dudar con el aporte de todos los venezolanos que sienten y piensan: todos en el radio de su actividad, pero animados por una misma consagración, deben trabajar por la patria.

Conciudadanos: todos como un solo hombre a trabajar por la grandeza de esta patria en cuyo pórtico hay escrita una epopeya que maravilla: la epopeya más gloriosa de América.

Septiembre 24 de 1918.

Vida nueva. La nueva orientación filosófica

La razón dominaba como reina y señora en la época que roza con el siglo pasado. El mecanicismo quería ser toda la filosofía, y aspiraba a resolver con sus fórmulas todos los problemas. La ciencia reposaba sobre la seguridad, y ningún asomo de duda envenenaba el pensamiento. Fue tal la seguridad con que informó su filosofía, tal el optimismo que difundió en torno de sí, al construir sus sistemas, que en un acceso de locura, se lanzó a hacerlos efectivos. Muy pronto (la acción) le hizo cosechar fracasos, y se llegó a aprehender que sus deducciones no resolvían el problema del espíritu.

El positivismo se encargaba de la reacción, aceptaba el método experimental, que se convertía en esencia de su doctrina, y hacía de él el solo método del conocimiento. Y se adelantó al conocimiento de las verdades relativas, y en un momento todo el edificio que parecía invulnerable, se tornó vacilante, y a poco se derrumbaba. Contra ese imperfecto organismo de verdades se habían ensañado con afán de demolición. Todo el siglo pasado, la labor única, exclusiva del pensamiento fue una obra de demolición. No ha mucho estaba todavía en plena fuerza. Tan solo hubo fugaces intentos de construcción, que no duraron mucho, ni dieron más que aspectos parciales de las cosas.

Durante esta época de transición la vida no ofreció en ningún aspecto estabilidad, ni seguridad. La ciencia no tuvo audacias: se distrajo en particularidades sin marcarse las líneas fundamentales de su esencia. Y la ciencia no era sino un resumen de la vida. En la historia no hubo programas por los cuales la acción pudiese correr sin tropiezos. Se desistió o no se consiguió el secreto del mecanismo de la historia. Se consiguió solo buscar algunos de sus factos. Y todos los anhelos propulsores, todos los programas civilizadores, se convertían en ilusiones porque no llevaban el sello de conformidad con la esencia de las cosas.

Dos siglos habían visto desechar dos concepciones de la vida. La una, la mecanicista, rígida y segura en su apariencia, presentaba en el fondo, y a la vista del hombre de temperamento científico, una falsía. La segunda, vacilante en su apariencia, imperfecta en su fondo, ni presentaba a primera vista una estructura perfecta, ni halagaba por sus programas.

Era necesaria una filosofía más amplia, de más halagadoras perspectivas, más penetrable al alma de las multitudes.

Hacia ella se orienta ahora todo el pensamiento. Vestido con los símbolos, con rara esencia mística, el pensamiento sondea el mundo espiritual, y aspira a encontrar en él el secreto de las almas y las cosas.

La ciencia presiente esos caminos. La filosofía trascendental nos muestra como un hecho cierto, leyes y modalidades, que deben existir en ese reino del espíritu, mientras la ciencia experimental allega todavía materiales para deducir sus sistemas, sin dejar de desbordarse en presentimientos. Todo indica que vamos hacia algo nuevo.

Un acopio de ciencia experimental, de nuevos procedimientos de investigación, nos abre el camino para podernos dirigir con audacia hacia el misterio insondable.

Felices, si al término de la jornada, tenemos la forma de descubrir ese mundo nuevo.

Caracas, 1.º de febrero de 1919