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Diario de un artista suicida
© Antonio Beneyto 2012
© Beneyto de todas las imágenes
© HakaBooks.com 2012 para la versión digital

Autoedición y diseño: HakaBooks.com
Imágenes: Beneyto
Imagen de portada: sin título, 2007. Antonio Beneyto.
Imagen de contraportada: Ventall lautréamoniano, 2005. Antonio Beneyto.

www.HakaBooks.com
Diputación 319, ático
08009 Barcelona
books@hakabooks.com

ISBN: 978-84-15409-64-9

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ANTONIO BENEYTO

Diario de un artista suicida

Imágenes
BENEYTO

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Índice

Prólogo

Primera parte: 11 de Enero al 13 de Noviembre de 1988

Segunda parte: 7 de Septiembre al 17 de Noviembre de 1989

Índice imágenes

Pinturas Negras, 1986. Óleo sobre tela 58x40 cm.

Sin título, 2007

New York / New York, 1995. Óleo sobre tela 81x65 cm.

Les Senyoretes de Rull (1), 2007

Les Senyoretes de Rull (2), 2007

Les Senyoretes de Rull (3), 2007

New York / New York, 1997. Óleo sobre madera 150x125 cm.

Boceto de La Bicha y El Bicho, 1999

Cuando Airun se adentraba, deliciosamente, 1988. Técnica mixta sobre papel encastado en madera 62x64 cm.

Pinturas negras, 1986. Óleo sobre tela 58x40 cm.

Personaje, 1992. Pintura sobre cartón 175x135.

Sin título, 2007

Ventall lautréamoniano, 2005.

Estoy cansado de estar vivo aunque
más cansado sería el estar muerto

Luis Cernuda

Los suicidas son homicidas tímidos.
Masoquismo en lugar de sadismo

Cesar Pavese

AB OVO O INCOACCIÓN PENSANDO EN Los desafortunados DE B.S. JOHNSON QUE ENCERRADO EN UNA CAJA DE BRONCE SE SUICIDÓ EN 1973 PORQUE, COMO ÉL DIJO, YA HABÍA ESCRITO TODO LO QUE TENÍA QUE ESCRIBIR […] POR ESTO B.S. JOHNSON PUSO FIN A LA FICCIÓN Y ABANDÓ LA VIDA; O ALEJANDRA PIZARNIK QUE EN LA MADRUGADA DEL 25 DE SEPTIEMBRE DE 1972, ESCRIBIENDO EN SU PIZARRA NEGRA Y DE PERFIL MIRANDO EL CABALLO PARA LA PORTADA DE SU LIBRO Nombres y figuras, SÍ, EN AQUELLA MADRUGADA DEJÓ DE ESCRIBIR Y DE MIRAR EL CABALLO QUE DIBUJÉ PARA ELLA; O EDWARD STACHURA QUE EL 3 DE MARZO DE 1978 ME ESCRIBIÓ DESDE LA RUE DES VINAIGRIERS, DE PARÍS, PIDIÉNDOME CONVIVIR CONMIGO EN UN RINCÓN DE MI ESTUDIO DEL CARRER DELS CÒDOLS (YO LE CONTESTÉ A VUELTA DE CORREO QUE SÍ, QUE PODÍA VENIR); PERO PASARON LOS DÍAS Y HOY TODAVÍA LO ESTOY ESPERANDO: ÉL REGRESÓ A POLONIA Y EL 24 DE JULIO DE 1979 EN WARSZAWA DIJO ADIÓS A LA VIDA POR PROPIA VOLUNTAD. EN FIN, ESTE AB OVO O INCOACCIÓN ES EL TÍTULO GENERAL PARA VISITAR Y LEER LAS PÁGINAS CON LAS QUE ARRANCA LA NARRACIÓN Diario de un artista suicida.

Diario de un artista suicida lo originé el 3 de agosto de 1986 en una cafetería de Frankfurt (Alemania), en cuya ciudad hice un alto o descanso en mi enésimo viaje a Polonia. Empecé escribiendo con pluma estilográfica y todavía sigo escribiendo con la misma pluma, con tinta negra en un cuaderno de tapas de cartón (15 x 21 cm.) y páginas de papel blanco rayado (16 líneas) en cada página, que fui cubriendo con mi escritura, este primer cuaderno, y los otros cuadernos que me fueron llegando vírgenes hasta que yo empezaba a convivir con ellos, a enamorarme de sus páginas, pervertirlos y convertirlos en mis amantes. Y aún siguen siendo mis amantes, pero arrinconados, pues en sus páginas ya no hay un solo espacio en blanco donde escribir con la pluma. Y en estos días estivales del año 2012 me dio por coger al azar, dos de estos cuadernos, fotocopiarlos y entregarlos para que empezaran a modificar mi caligrafía en letras de imprenta, maquetar un libro y ahí estamos, releyendo y corrigiendo un montón de páginas transcritas en el ordenador. Y aquí y ahora deseo dejar constancia de lo que escribí el primer día (3 de agosto de 1986). Empecé escribiendo en la cafetería alemana:

Dice Juvenal que las lágrimas representan la parte más hermosa de nuestros sentidos. Cómo han trabajado estos, mis sentidos, últimamente. Cuánta lágrima habré derramado hundido en mi soledad. ¿Desde cuándo estoy solo? Ni yo mismo lo sé. (Ahora lo estoy. Ahora viajo solo a Polonia). Tal vez siempre anduve solo, por esto no debo de quejarme, ni sufrir, ni estar triste. Tampoco sentir ese horroroso nudo que me sube hasta la misma garganta y no deja respirar y me siento colgado de una soga por el cuello en una de las vigas de mi Estudio: y ahí estoy, colgado y con la lengua fuera; la lengua burlona riéndose de este puto mundo, esta sociedad que nos arrastra a guerras (muerte) y a hambre para tantos y tantos humanos (niños, ancianos, mujeres…) cuando los otros, los que dominan el capital del mundo viven espléndidamente…

Queda ya claro que el inicio central, como vuelvo a escribir, en este Diario de un artista suicida, lo inicio el 3 de agosto de 1986 y lo interrumpo el 7 de octubre de 1989. Pero aún existe un cuaderno posterior y no de tapas duras y de cartón, como los siete primeros. Este cuaderno es sencillo, (Cese di Carta, comprado en Via Lodi, 2 de Genova), y figura en mi archivo personal como una isla en la península que es el bloque general del Diario. Es un fragmento que cierra mi ciclo del siglo XX: empieza el miércoles, 22 de septiembre de 1999 y lo acabo el 22 de octubre del mismo año. A partir de esta fecha no he vuelto a escribir. Todo este material está inédito y manuscrito como es mi costumbre. Siempre escribo a mano, vuelvo a repetir, con pluma estilográfica, como ahora que escribo estas líneas para encabezar estos fragmentos del Diario de un artista suicida.

He aquí el último texto que escribí en la isla de la península para este Diario:

Viernes, 22 de octubre de 1999

Estoy en Warszawa en casa de mi amiga poeta Jolanta Skrzeczkowska.

Soy el primero que salgo de la cama. En el pasillo, sobre una manta aún duerme la perra Pincha. Al oírme abre su único ojo. Me mira como miran los perros, perras, tristemente. En la cocina encuentro una enciclopedia polaca (un grueso volumen) y busco el nombre de Oskar Kolberga que es la calle, ulica, dode viví en Kraków hasta ayer. Y encuentro una breve nota biográfica: Oskar Kolberga (1814 – 1890) folklorista, etnógrafo, músico, y compositor. Fue un autor monumental. Hasta aquí supe vertirlo al castellano. Siguen unas líneas más en polaco que adjunto para que en su momento se traduzcan:

Oskar Kolberga (1814 – 1890).

dzieła Lud. jego zwyczaje, sposób źycia, mowa, podania, przysłowia, obrzędy, gusta, zabawy, pieśni, musyka i taúce, deja cego najpełniejszy opis pol. kultury tudowej.

Estando leyendo en la enciclopedia apareció en la cocina Maja. Me echó una sonrisa y se fue al baño. Al rato también apareció en la cocina (no por arte de magia) el niño Stasu y su abuela, o sea mi amiga poeta, Jola.

Desayuno abundante que yo no aguanto. Me piden por teléfono un taxi y me voy a Centrum (Jola vive en Gocław Lotuisko, un barrio de Warszawa). Quedo que volveré a casa por la tarde. Deseo hacer un recorrido sentimental en solitario por la ciudad. Recordar mi tiempo pasado. Algún ladrillo volveré a pisar de nuevo y lo sentiré en las suelas de mis zapatos. En alguna esquina me detendré y pensaré en Edward Stachura, y más todavía si hay una librería cerca. Mi amigo poeta que se colgó de una viga en su casa de Warszawa cuando realmente tenía que venir a mi Estudio de ulica (calle) dels Còdols a pasar una temporada conmigo.


París 3 de marzo de 1978

Buenos días, Antonio Beneyto:

¡BUM! Si llego a Barcelona ¿me alojarías por unos diez días en un rincón de tu casa o de alguien amigo tuyo? Ya que no tengo plata para pagare un cuarto en un hotel. Sí tengo plata para el viaje (ida y vuelta, no te preocupes) y para vivir (alimentarme) por mi propia cuenta sin molestar a nadie. A nadie, digo bien.

Oye, actualmente vive en Barcelona un estupendo poeta mexicano: Orlando Guillén. Tiene dos libros de poemas inéditos. ¡Qué ironía!

Acaso lo podías ayudar en algo. De todos modos, ve a verlo. Si quieres, claro, si quieres. Yo viví algún tiempo en su casa en Xalapa. También hemos viajado los dos tras los lunáticos estados de Puebla y Veracruz. Por eso te quiero decir: ¡cuidado! Él es a menudo un Orlando Furioso.

Bueno, espero tu respuesta. Un abrazo fuerte.

Edward Stachura


Ps. 1) Orlando Guillén c/o Álvaro Montané

Junta de Comercio 4; tercero primera Barcelona 1

2) te diré, entre otras, por qué no contesté a las preguntas que me dejaste en Varsovia.

3) Mi dirección: E. Stachura c/o Juan Pablo Jommi 57, Rue des Vinaigriers, París 10.


Le contesté a su carta enseguida diciéndole que podía venir a mi Estudio. Tenía un rincón donde vivir conmigo. No había problema alguno. Escribo estas notas ya en Barcelona y me siento mal. Por Stachura y por lo que he descubierta de La Bicha: “Jestem smutua”, mucho, mucho. ¡Cojones de mierda! Triste para mí, no quiero ni deseo pasarlo a nadie. Me encerraré, me encerraré como un caracol o mejor aún como una tortuga debajo de mi caparazón. Y mi dolor me lo envolveré en los testículos, en todo el cuerpo, por dentro, por fuera, hasta conseguir agitarlo alegremente y arrojarlo a la ulica (calle), y que los manguis noctámbulos se lo lleven lejos, lejos de mi siempre querida calle dels Còdols de Barcelona. Escribir sufriendo no me gustó, ni me gusta. Ahora, con la pluma estilográfica entre los dedos de mi mano diestra. Deslizándose rápida por el papel cuadriculado blanco del cuaderno me hace daño. Aquí, bajo el silencio de mi Estudio del carrer dels Còdols, cuando hace ya cuatro días que regresé de Polonia. Aún no me atreví a ver a casi nadie. Con quien más estuve fue con La Bicha. […]. Tengo que irme con el pensamiento a mi último día de Polonia: debo hacerlo y cerrar este cuaderno y guardarlo en un cajón donde nadie, ni yo mismo, lo toque, abra sus páginas y lea lo que en él hay escrito.

Le pido al taxista que me deje en Nowa Swiat (Nuevo Mundo), la calle reconstruida (toda, con sus casas) después de la Segunda Gran Guerra, pues fue arrasada por las hordas fascistas desde la primera casa a la última. Paseo por ella: hace sol y sopla un viento frÍo. Por ulica Rutkowskiego aún se nota más el frÍo. Descubro la zapatería más prestigios de Warszawa en donde en otros viajes me compré hermosos y cómodos zapatos (todavía hoy conservo unos botines de piel de serpiente). Es temprano y la zapatería aún no abrió sus puertas al público. Me entretengo mirando el escaparate. Siguen teniendo excelentes zapatos y botas. Desemboco en Szpitalna y me asomo, curioso, al portal-patio del número 8 de la calle de donde me llegan tantos y tantos recuerdos. Desde ulica Szpitalna se encuentran muy cerca los rascacielos de Centrum y hacia ellos me conducen mis pasos manejados por mi mente. Y cuando me doy cuenta estoy delante mismo del portal de lo que fue ulica Hibnera 13 (ahora esta calle lleva otro nombre, con la democracia borraron Hibnera); en el piso número 11 del rascacielos (mi número predilecto hasta el año pasado, 2011, que fue cuando me ocurrió todo) vivía la gran amiga y poeta Barbara Sadowska. Dejo mis ojos unos segundos en el portal, recordando: sale una mujer. Me doy media vuelta y me alejo de ahí. Demasiados momentos transcurren por mi memoria […]. Y Barbara Sadowska siempre ahí, en un primer plano, con un hermoso paisaje de fondo: su corazón, su vida llenando la mía también […]. Por la noche fiesta en casa de Jola. Aparecen muchos amigos. A mí se me pierden los quevedos, los que uso para leer que heredé de mi abuelo paterno. Empiezo a buscarlos por todos los rincones de la casa: los doy por perdidos; no los encuentro y sigo la fiesta. Sabiendo quiénes están por ahí. Está un director de cine que habla perfectamente en francés. Llega también una bella modelo que acomodan a mi lado, y casi al momento un matrimonio. Ella se fija en mí porque me escuchó hablar en francés y ella también lo habla, pero sin embargo yo no estoy por el tema porque me preocupa o me inquieta más el extraviado el haber extraviado los quevedos. Revuelvo mi habitación, la casa de arriba abajo. La gente, los amigos, siguen bebiendo, hablando, riendo, ajenos a mi problema. Ella, la mujer que se fijó en mí, conoce a Barbara Sodowska, su poesía, pero también la poesía de Alejandra Pizarnik. Ella sabe mi pasión por la obra de ambas poetas. Está muy informada. Me impresiona. Sigo hablando con ella con la lengua de Boris Vian. Nos retiramos a mi habitación. Para conversar sin tanto cruce de idiomas. Le muestro el libro que compré esta mañana en una gran librería de Nowi Sfiat, Otwarte Niebo, Wiecz ny Sen. Adquirí los cuatro ejemplares que quedaban, para regalar a mis amigos polacos. Yo sigo obsesionado con la pérdida de mis oculares (quevedos). Abandono la fiesta. Me retiro a mi habitación. Deseo estar solo. Apenas llevo un rato reflexionando conmigo mismo, cuando aparece la otra hija de Jola, Magda, en la habitación. Llega mareada del viaje en autobús. Al verme tumbado en su cama, exclama ¡kurwa!, y sale en busca de su madre. Sacamos de la habitación todo lo relacionado conmigo y en otro espacio de la casa echamos una colchoneta en el suelo y me tumbo en ella. Apenas puedo descansar. Salgo de nuevo a la fiesta y me encuentro, a los pocos que aún están por ahí, borrachos. Apenas hablaban, los que aún siguen ahí con Jola, vigorosa y siempre alegre y atenta para sus amigos.

Serían las 5 horas de la madrugada cuando me llamarían un taxi para que me llevara al aeropuerto. A los pocos minutos de avisarlo tuve el taxi a la puerta de ulica Dedala, o sea la casa de mi amiga poeta Jola. Los dos últimos amigos de Jola (que la bebida no la habían sentido o tal vez aguantaban más, o sabían beber en las fiestas) me ayudaron a bajar el equipaje hasta el taxi. Jola también bajó a despedirme y darle un paseo a la perra Pincha. Todo fue muy rápido y sin protocolo debido al gran cansancio de la fiesta y las altas horas que eran.

Las luces del camino que me llevan al aeropuerto es el último paisaje que veo de la ciudad de Warszawa, antes que el día despunte definitivamente.

A.B.

Posdata al ab ovo o incoacción deseo todavía puntualizar que en este Diario realicé cambios de nombres reales (vivos) por apócrifos, también situaciones (ficción).

Un novelista, un narrador, cuenta no verdades. Y yo soy esencialmente novelista, narrador; así pues, relato no verdades, aunque la crítica, los amigos, me califiquen de poeta-pintor o viceversa.

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Lunes, 11 enero de 1988

Llevo tres días en Barcelona, después de un breve viaje a La Mancha y Valencia. No he llegado aún a adaptarme al ritmo de vida de aquí. Apenas he visto a nadie. Ayer o anteayer me llamó Carmen. Quiere verme. Quiere que dé una charla sobre surrealismo en su instituto, donde ella es profesora de lengua y literatura. También me llamó Margarita Ballester, dos veces, y nos encontramos a cenar. Me enseñó unos poemas que le han publicado en una revista minoritaria que edita el pintor Tharrats, es un número coordinado por él y el poeta Àlex Susanna. La revista está muy cuidada. Los poemas de Margarita Ballester son muy bellos.

Por lo demás, el tiempo que llevo por aquí lo soporto en soledad, reflexionando, y en el fondo, sufriendo. Tal vez porque no he podido aún olvidar, no he podido. Todo lo que sabemos es que no depende de nosotros el acordarnos de algo en el momento que queremos, decía Nietzsche, y es obvio que ni mi cuerpo, ni mi mente conseguirán nunca de una forma plena olvidar. Y ahora hay argumentos muy fuertes en mi vida que me arañan un día y otro, descaradamente. Están tan presentes en mi memoria. Y me encantaría tanto retirar esos argumentos de mi camino… Pero ¿cómo? Tendrá que morir la apócrifa o tal vez real persona. Tendré que asesinarla, en verdad, y no metafóricamente, y no con la imaginación como en fechas anteriores he venido escribiendo en este Diario, para que yo sienta o vea un olvido en el lejano paisaje… O tendré que destruir hasta el mismo paisaje.

Martes, 12 enero de 1988

Me siento enfermo. Tengo irritada la garganta y me molesta. Al no sentir casi nunca el daño físico (enfermedad) cualquier dolencia o contratiempo me irrita fuertemente, pues quedo como anulado. He pasado el día leyendo, pensando en los futuros trabajos.

A última hora de la tarde una llamada telefónica ha roto mi soledad: era la pintora y amiga francesa Muriel Modz, que se encontraba en Barcelona con un marchante de arte sueco y unos amigos. Quería verme y venir con esta gente al Estudio, a ver mis obras. Han estado por aquí viendo mis obras, tomando un vino. Luego nos hemos ido a cenar todos. El marchante se interesó por lo que hago. Se llevó un dossier mío. Quiere trabajar mi obra en Suecia y Francia. No sé. No me importan estas cosas: la suerte, sí. Qué gran lago de soledad siento a la orilla de mí, junto a mí, y en mí mismo, ahora, por la mañana, del día siguiente que fecho estas notas.

Miércoles, 13 enero de 1988

¡Maldito catarro! Llamó mi madre desde Valencia. También llamó una señora que quiere que exponga en Bilbao. No sé quién es. Llamaron Inés, Inma: Inma viene el próximo jueves.

Leí un interesante trabajo sobre la alquimia china. Los chinos son un pueblo que me fascina desde siempre. Tengo ansiedad por visitar China, por hacer el amor con una mujer china. Presiento que deben ser adorables. Seguro. Maldito catarro.

Jueves, 14 enero de 1988

Me he levantado muy tarde. Me encuentro mejor del horrible constipado. Llueve fuera. Aquí, en el Estudio, lluevo yo. Nadie llamó. A nadie llamé. Silencio y soledad. Sólo se escucha el chapotear de la lluvia (y tendré que recordar aquí y narrar un día de lluvia del siglo XXI, sí del siglo que aún no viví, (extraño, verdad) pero que en la madrugada de una jornada que no pude ver en mi mente porque no ocurrió, sin embargo nos llegaba el alegre chapotear de la lluvia, a ella, a Esther con h, y a mí, después de haber hablado del sufrimiento humano y sentir nuestros poliédricos orgasmos, teniendo como paisaje de fondo la voz grave de Tom Waits en Hang down your head, y su bella nuca (la de Esther con h) sin tatuaje, pero imaginándolo, qué imagino, el tatuaje que es dibujo mío, allí en su nuca, mientras dulcemente le penetro mi pene…) y la lluvia sigue ahí, chapoteando con ritmo amoroso sobre las baldosas del patio, en la madrugada.

Tengo que enfrentarme ya de una vez a realizar nuevas pinturas, nuevos dibujos, nuevos escritos. Dejar de darle vueltas al pensamiento, dejar de subirme a las vigas para ensayar cómo morir. Sí, imbécilmente, cuando con ella, la con h, tierna, hermosa, me hará vivir en el siglo XXI.

Viernes, 15 enero de 1988

El televisor encendido, sin voz. Ya metido en la cama. Escucho el tic, tac del reloj. Es lo único que escucho.

Otro día más, sin nadie. Sin amor.

A media tarde me llamó desde Valencia Inma. Me recuerda. Siente mi ausencia. Vendrá el próximo jueves.

Necesito encontrarme. Necesito encontrar ese algo que deseo encontrar.

Creo que todavía tengo los ojos más tristes del mundo. Sí, así lo creo.

Sábado, 16 enero de 1988

Sigo encerrado conmigo mismo. Sigo solo, sin apenas ver cucaracha humana. Sin embargo, esta noche estoy invitado a una pequeña fiesta en casa de unas profesoras norteamericanas. No sé qué voy a pintar yo en dicha fiesta, pero he decidido acudir.

Acabo de regresar de comer; de tomar café en La Ópera, mientras he visto La Vanguardia y el Diario 16, también durante la comida, entre plato y plato en vez de fumar un cigarrillo como acostumbran muchos fumadores, he leído las páginas culturales de El Periódico. Qué hartón he tenido hoy de periódicos. Francamente en los papeles sólo busco las páginas culturales y alguna que otra de opinión.

Mi Estudio tiene un silencio verdaderamente arrollador. Se puede oír el vuelo de una mosca a plena luz.

Una vez escrita la primera línea de un relato, todo está elegido, tanto el estilo como el desarrollo de los hechos, dice Pavese; sin embargo, yo aún voy más allá, siempre he pensado que es a partir de la primera palabra, a partir de aquí se ve por donde va a ir todo.

Media tarde: ir de un lado a otro. Sigue el silencio en el Estudio. Me zumban constantemente los oídos. Leo. Regimientos de ideas me vienen, en ese ir y venir. Sin embargo, estoy recogido en mis reflexiones.

Domingo, 17 enero de 1988

Todo el día está lloviendo. Salí a comprar el periódico y comer un poco. Comí pesadamente mal.

Todo el día queriendo hacer algo y no lo consigo. Una profunda dejadez. Solo. Sin ninguna clase de estímulo. No sintiendo más allá del chapotear de la lluvia.

Un poquito de lectura. Un poquito de reflexión. No sintiendo ansiedad por estar con nadie, y al mismo tiempo atrapado en mi soledad, en mi desamor.

Debo salir, abandonar esta situación en la que estoy enganchado. No me quiero ver solo. Ahora estoy fuerte bajo todos los conceptos, pero quién sabe lo que me ocurrirá mañana. Ahora lucho y sobresalgo a esta situación, pero quién me dice que mañana voy a tener fuerzas.

Lunes, 18 enero de 1988

Ha seguido lloviendo. Me levanté tarde. Tuve esta mañana algunas llamadas que no recuerdo. No debían ser importantes. Comí con Inés. Luego se vino conmigo al Estudio. Se marchó a media tarde. A pesar de las agradables horas que me dedicó ella, me encuentro solo, muy solo. Cada día que pasa más. En el Telediario de la noche ví cómo un hombre se suicidaba. Se arrojó desde un último piso en una céntrica calle de Bilbao. La TVE estaba allí y pudo filmar el momento. ¡Espectacular! Mi muerte nunca será así. No lo deseo. Ahora escribiendo esto me encuentro solo en el Estudio, sin ganas de hacer nada. Sin apenas tener palabras para poder expresarme lo que siento, lo que sufro.

Martes, 19 enero 1988

Todo el día solo. He trabajado sobre unos pequeños abanicos: tonterías. Sigo un poco enfermo. El catarro no quiere dejarme en paz. Me llamó mi madre, para decirme que me vio fotografiado en la revista: Vivir en Barcelona. Dice que le están poniendo acupuntura, pues tiene fuertes dolores en la espalda. También dice que son los años: va a cumplir 80.

Le escribo una larga carta al poeta Antonio L. Bouza, de Burgos. Copio aquí un trozo:

Querido amigo: Llevo ya unos días por aquí, después del breve viaje por La Mancha y Valencia. Apenas he visto a nadie. No tengo interés en encontrarme con la gente que conozco de aquí. Desde que llegué, prácticamente tengo el diálogo conmigo mismo. Siento que me encuentro en un momento muy crítico de mi vida. Me da la sensación de que estoy muriendo por un lado (humana y artísticamente) y que deseo o mejor lucho por hacer otro sitio. Y esto es lo que me está llevando desde hace meses a estar en una constante reflexión, a estar en un no hacer nada. En una mesa del Estudio una novela que quiero reescribir por quinta vez, en otra mesa, material pictórico para realizar. En ambos sitios sé lo que quiero hacer; sin embargo, nunca me acerco a estas mesas. Tomo un libro y leo. O me quedo en silencio (horas y horas) en el sillón. Es ese morir por un lado y hacer por otro que te decía antes; pero hay un mecanismo que me atenaza y no me deja ni liquidarme, ni seguir por el camino nuevo que sé y creo que debo ir; y es que existe como una sombra a mi alrededor (¿la memoria?) que es contra la que batallo. Cada día. Cada momento.

Siempre estuve solo, aún viviendo con E., con Wen; sin embargo, ahora la soledad por la que atravieso la siento terroríficamente y me duele más que nunca.

En fin, de pronto me he despachado con este folio de introducción. No sé si sirve para algo contar lo que acabo de contar a un amigo. Pero ya lo hice y aquí lo dejo escrito…

Cada día que transcurre, me sobrecoge más el silencio del Estudio. Oigo el latido de mi corazón.

Miércoles, 20 enero de 1988

Otro día en soledad. Lecturas: Georg Trakl, poemas chinos… Las sombras del pasado, la leve enfermedad por la que paso (¿resfriado o gripe?) me hace estar en este estado un tanto negativo para mi interior, porque no sé qué tengo que para el exterior: doy otra imagen y a todo el mundo confundo. Si mis compañeras (E. y Wen) no supieron quién era yo cómo lo van a saber otros. Ellas que estuvieron tan cerca y tanto tiempo a mi lado. Seré verdaderamente tan complicado. Pienso que no ¿El problema viene de ellas? ¡Burguesas! Tal vez huyeron de la inseguridad que es siempre un artista. Toda la vida pensando si mañana habrá dinero; esto les horrorizaba, les horroriza, y por eso como experiencia vivir, convivir un tiempo con un artista bien, pero toda la vida… Sé que aún voy a tener muchas satisfacciones. Sé que ellas, tanto una como otra, me van a envidiar, porque ellas sí que son envidiosas. Vulgaridades de la vida, es lo que buscan personas como la otra, la última que estuvo a mi lado, Wen; tanto una como otra, en el fondo, son dos frívolas. El tiempo marcará lo que digo ahora, aquí, un poco apresuradamente, y tal vez en un momento crítico de mi vida; pero pienso y digo, lo que ya quedó escrito.

Viernes, 22 enero de 1988

Llegó ayer tarde Inma Garín. Al entrar otra persona en el Estudio aparece como una transformación a mi entorno. No en mis adentros, que siguen luchando contra fantasmas pasados. Inma va a estar todo este fin de semana aquí, conmigo…

Domingo, 24 enero 1988

Inma aún está aquí. Se marcha a Valencia esta misma tarde. Yo ahora me encuentro solo en el Estudio.

En estos días hemos ido dos veces al teatro. Jacques i el seu Amo de Milan Kundera es una pieza que vimos en la Sala Gran dels Teatres de l’Institut por el Talleret de Salt. Me complació el texto de Kundera. Con una idea muy sencilla llega un perfecto enredo, contando simultáneamente tres historias de amor. Claro, si a esto añadimos que todo el material está extraído de la novela Jacques, el fatalista, de Diderot (precisamente Diderot y esencialmente este título, lo tengo de libro de cabecera desde que se marchó Wen), vemos que la pieza es como una apología del plagio literario. Kundera rinde homenaje con esta pieza al fino escritor que es Diderot.

En el Romea hemos visto Espectres, de Ibsen, con una traducción de Feliu Formosa y una dirección (verdaderamente muy conservadora) de Francesc Nel·lo, por la compañía del Centre Dramàtic del Vallès. Muy buena la interpretación. Extraordinario el texto, aunque su contenido está muy lejos del momento actual.

Ayer sábado pasé un momento por el Estudio de Ferran y en el buzón me encontré con un telegrama que me envía el Juzgado de distrito Nº 15, citándome para que en el plazo de tres días, comparezca en dicho Juzgado para una diligencia judicial de mi interés (J. E. 622-86) con estas siglas termina el telegrama, que va fechado el 20-1-1988. Verdaderamente es la primera vez que se me cita en un Juzgado y no sé qué puede ser. Me preocupa sólo por el hecho que el telegrama viene del juzgado. Cuando no se ha tenido nada con la justicia se siente cierta intranquilidad y cierta sensación como si hubieras cometido algún hecho que fuera contra las normas establecidas.

En fin, mañana, veremos qué es. Iré al Juzgado.

Lunes, 25 enero de 1988

Anoche tardé en dormirme. Y no fue porque me preocupara la citación del Juzgado, no. Creo que ya me había habituado al calor de otra persona a mi lado (Inma), a la excitación al hacer el amor y esto me hacía entrar en un sueño más rápido. Hubo un deshábito, nada más.

Fui al Juzgado y me requieren para que yo, con otros vecinos de la calle Ferran, emitamos nuestro juicio personal sobre el traspaso de un local, concretamente el comercio del nº 42, que hay complicaciones entre el inquilino y el dueño. O sea que me llamaron para que sea juez. Y yo tan preocupado desde que llegó el telegrama.

Ahora, lo curioso de hoy es el aire del abanico. Desde que me levanté todo mi entorno está relacionado con este instrumento. Me explico:

Ay, que no podré quitarme nunca la historia del abanico.

Ayer empecé a pintar un abanico grande, de 164 x 91 cms., con tonos azules, mediterráneos, quiero recordar que con estos tonos solo pinté otro, al principio, y que ya no está en el taller. Por la noche antes de irme a dormir estuve pensando por qué no realizar otra exposición de Abanicos en Barcelona, pero los abanicos integrados en el cuadro. Me anoté para visitar Los Encantes para ver si encuentro abanicos.

Me levanto hoy.

Voy al Juzgado, cerca hay un comercio donde venden abanicos, entro y me venden 4 a un precio ridículo. Ya en el Estudio recibo una llamada de una industria de camisetas, me estaban buscando desde este pasado verano, proponiéndome si me interesa reproducir algunos abanicos pintados por mí en camisetas. Le he dicho que sí. Aunque aún tenemos que hablar las condiciones. Salgo otra vez a la calle y en el buzón me encuentro con una carta de Maryse Volet, desde Suiza, hablandome de las buenas críticas que está recibiendo la exposición de Eventails de Genève y que se ha prorrogado hasta el 1ª de mayor de 1988. En fin, desde ayer, todo un cúmulo de coincidencias en torno al abanico, que es como decir en torno a mí.

Dentro de un rato me iré al Mercat de les Flors, ya que me invitó el Alcalde, P. Maragall, para presenciar La Demi-Finale du Water Clash, por Le Royal de Luxe. Vendrá conmigo la actriz Carmina Salvatierra. (Estuve en este nefasto espectáculo. Calificación 0).

Martes, 26 enero de 1988

Félix Grande me escribe por segunda vez pidiéndome un poema para el homenaje a César Vallejo en Cuadernos Hispanoamericanos. Le he respondido disculpándome de que no puedo colaborar por encontrarme en un momento crítico de mi vida y porque actualmente sólo escribo, lo poco que escribo, es aquí, en el Diario

Me han llamado de un programa cultural de R.N.E. para entrevistarme. La entrevista fue breve y concreta. Toda ella ha girado sobre el libro que leo ahora y por qué. Les hablé del poeta austríaco Georg Trakl, del que ahora leo o mejor releo el libro (antología) Poemas. Traducción, prólogo y notas de Aldo Pellegrini. Les hablé de su vida, de su quehacer poético y la locutora, que lo desconocía, al terminar la conversión que se grabó, quedó como impresionada por el fabuloso mundo de Trakl. Trakl había probado de la vida algunas de esas cosas prohibitivas: las drogas, el amor a través de su hermana; y él, como consciente y racional, acabó su vida suicidándose en la hermosa ciudad de Kraków. No pudo elegir mejor ciudad para morir.

Miércoles, 27 enero de 1988

Llegué a Valencia. Mi madre parece que va algo mejor de los dolores de la espalda. Sigue con la acupuntura. Está viejecita, con sus 80 años.

Llamé a Inma y quedamos en vernos para cenar. Fuimos a un restaurante próximo a su apartamento. La cena estuvo salpicada de una variada conversación, al tiempo que nos agotamos una botella de vino rosado. Esto nos excitó a ambos en la charla. Me quedé a dormir con ella. Hicimos el amor; creo que muy placenteramente por ambos lados. Yo, cuando sentí el orgasmo me dio una fuerte sacudida en el cerebro, como en los buenos tiempos de Wen. Hecho éste que era harto frecuente entonces. Después por la noche, me desperté y este sentir que tuve haciendo el amor me hizo recordarla y soñar una vez más con ella ¡mierda!

Mañana quiero viajar a Albacete.

Jueves, 28 enero de 1988

Esta tarde llegué a Albacete. Antes de aparecer en casa de mi hermana Llanos, me pasé por la farmacia de mi amigo pintor Alfonso Quijada. Nos saludamos e intercambiamos un breve diálogo, todo en torno a la pintura. Qué hacíamos uno y otro. Después de dejar el equipaje en casa de mi hermana Llanos me he encontrado con Paco Pérez, mi profesor de matemáticas en el Bachillerato, para tomar un café en el Milán. Le he llevado el único ejemplar que traía de mi libro Cartas apócrifas.

Por la noche he salido con casi todo el equipo de redacción de Barcarola, los hermanos Giménez, J. Bravo, J. M. Martínez Cano, Llanos Moreno. Faltaban Aurora Zárate, y Andújar. Anduvimos por algunos bares tomando algunas copas y hablando, de todo aquello que salía.

Busco el desorden de todos mis sentidos, comenta Rimbaud, y precisamente desde ese desorden sistemático está construida mi vida, que es como decir mi literatura, mi pintura, mi amor o desamor; ahora, en estos momentos. Sí, ahora lo pienso, escribiendo en esta madrugada albaceteña, ya metido en la cama. Aquí también siento ese silencio de mi soledad, al igual que lo siento en mi querida ciudad, Barcelona: me sigue allá donde voy.

Sábado 30, enero de 1988

Estoy en la Estación. Dentro de media hora saldré de Albacete, camino de Valencia. Ayer fue un día de fuerte viento. Anduve por la ciudad de un lado a otro. Siempre igual: me encontré con gente, presentaciones. Me decido por fin, a exponer en el próximo mes de mayo aquí. La directora del Museo (Rubí Sanz) quiere que exponga el dibujo más largo del mundo (30,5 metros de largo por 0,40 cms. de ancho); al mismo tiempo expondría dibujos más pequeños en una nueva librería, Tesis. El amigo José M. Martínez Cano se ha encargado de coordinarlo todo. Veremos qué resulta de esta doble exposición, al mismo tiempo, en la ciudad donde nací.

En la tarde de ayer estuve invitado a la presentación de un número de la revista de economía Papeles, acto que organizaba la Caja de Ahorros de Albacete. El presidente, al cual me presentaron, dijo que ya me conocía de hacía tiempo. Había estado en la presentación de mi libro Narraciones de lo real y fantástico en el Hotel Bristol de aquí, de Albacete. El presidente de la Caja, José Carpio, habló en el acto y al acabar se acercó a mí y me entregó el ejemplar de la revista Papeles que hasta ese momento había tenido entre sus manos, al tiempo que me decía: –Toma, este ejemplar es para ti, ya que eres el invitado especial en este acto.

Luego nos marchamos un grupo a despedir el cierre de La Higuerica. (Una taberna que lleva abierta más de 70 años, en el mismo centro de Albacete). El grupo que íbamos nos dio por rememorar tiempos pasados: allí estábamos, J. M. Martínez Cano, M. Giménez, Antonio, un socialista de base, Ballesteros, un agente de publicidad, un economista albaceteño que ha vivido toda su vida fuera y que ahora está trabajando en la Caja, y yo. De La Higuerica fuimos pasando luego a otros bares (al grupo se integró Llanos Moreno y Juan Bravo): La máquina, HElecho… La conversación según iba avanzando la noche se iba poniendo más excitante. El grupo de gente también iba aumentando. Luego, al contrario, fue bajando, hasta que nos quedamos en HElecho: J. M. Martínez, Belén, Cristina, y una chica (muy bajita) de Elche de la Siena. Terminamos bebiendo cava y cantando Tatuaje los cinco, cuando el reloj quería cantar también las 5 de la madrugada. A las 9 de la mañana yo tenía que salir hacia Valencia y en la Estación estoy para cumplirlo. Hace unas horas pensé que no lo iba a hacer, pues el ambiente se puso muy caliente y yo empezaba a entenderme con Belén. Pero preferí abandonar la fiesta y estar ahora aquí. ¿Por qué? Ni yo lo sé. Hubiera tenido que seguir. Belén estaba simpática y hermosa.

Domingo, 31 enero de 1988

Ayer sábado se casó mi sobrino Tico con Paquita. La boda fue por lo civil. Yo llegué tarde al acto, no a la comida donde debíamos estar medio centenar de personas, entre familiares y amigos de los novios. Menos la madre del novio, mi hermana Encarna, que estaba en la mesa presidencial, yo comí con mis otras hermanas y cuñados. Mi madre también estaba en la mesa presidencial al lado del abuelo de Paquita, que también es socialista. Se lo pasaron charlando todo el tiempo. Mi madre se encontraba mejor de los dolores de espalda.