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DETECCIÓN DE ENGAÑO

JUAN ÁNGEL ANTA

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Valencia, 2013

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ISBN: 978-84-15442-77-6

MAQUETA: PMc Media

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“Ningún mortal puede mantener un secreto, si sus labios están sellados, hablará por la punta de sus dedos, la traición rezumará por todos sus poros”

Sigmund Freud

Agradecimientos

Este libro no habría sido posible sin el apoyo, la ayuda, el cariño y la comprensión, de las personas que más quiero, mi madre, Toñi, a quien cariñosamente llaman sus nietas “Abueli”, mi mujer, Elena, y mis dos hijas, Ane y Paula. Desde luego, tampoco habría sido igual sin los momentos compartidos con el resto de mi familia, con mis hermanos, Marian, Gaizka y Gorka, porque con cada uno de ellos he visto las cosas de una manera diferente. Y por supuesto, con José Ignacio y Guadita, que son mis suegros, pero ese “sobrenombre” no hace justicia a la relación que mantenemos, ya que me han tratado, y lo siguen haciendo, como a un hijo.

¡¡Gracias de Corazón!!

Tampoco puedo olvidarme de, la persona que me incitó a escribir este libro, Janire, de la inestimable colaboración fotográfica de “Fabu” y Carlos, ni de la ayuda de Mª José Gálvez.

A todos, ¡¡Gracias!!

1. Introducción

Algo común, importante, necesario y básico tanto en las relaciones entre personas, como entre los animales es la comunicación, y a pesar de la multitud de estudios e investigaciones que se han realizado, podemos decir que sigue siendo una gran desconocida en algunas de sus facetas, para mí, más importantes. Por supuesto que el desconocimiento al que me refiero no es porque no se conozca su existencia, ni porque no se sepa qué es la comunicación, sino porque, al comunicarnos, recibimos tal cantidad de información por los diferentes sentidos, que no somos capaces de reconocer o de discernir ciertos detalles, llamémoslos indicios, que nos harían más fácil entender, no solo lo que el otro dice, sino lo que nos quiere comunicar. Dichos indicios nos pueden ayudar a identificar qué es lo que los otros, verdaderamente, están comunicando, qué es lo que nos están “diciendo” voluntaria o involuntariamente.

Este libro, en términos generales pretende mostrar una visión global y práctica de la comunicación, y de forma más particular, muestra cómo se puede detectar indicios de engaño, mediante el análisis de la misma. Para ello, me parece importante mencionar algunos nexos de unión entre la comunicación verbal y la no verbal, así como identificar en qué nos puede ayudar el conocimiento de la comunicación, atendiendo a diferentes ámbitos profesionales (Policías, abogados, psicólogos, psiquiatras, negociadores, mediadores, educadores,…) e identificar qué rasgos o indicios de la misma, nos pueden ayudar a realizar mejor nuestro trabajo.

Así mismo, ahondaremos en las fases del Análisis Verbo-Corporal. La intención es la de determinar aquellos aspectos importantes de la comunicación, que se deben tener en cuenta cuando observamos a alguien. Cuáles de estos aspectos deben ser prioritarios, cuáles no tanto, y qué indicios debemos analizar. Y cuál es la mejor herramienta que tenemos, para verificar si esos indicios son indicios de engaño o no. Sin olvidarnos, de la importancia que tiene el contexto en la comunicación. Éste es un factor, al cual, no se le suele prestar mucha atención cuando analizamos la comunicación, y sin embargo, es crucial en la interpretación de la comunicación corporal, la comunicación verbal y la paraverbal, puesto que el significado de un movimiento, gesto o palabra será diferente, dependiendo del contexto en el que haya tenido lugar.

Y todo esto con el ánimo de identificar indicios que nos digan si una persona nos está mintiendo o está siendo veraz en su discurso. En definitiva, intentar evitar que nos engañen.

Este libro es la forma que se me ha ocurrido de compartir mi humilde experiencia en el campo de la comunicación verbo-corporal. Y me daría por satisfecho si, parte de la información que aquí se menciona, les sirve para desarrollar nuevas ideas, para evolucionar en el campo de la comunicación, para abrir nuevas perspectivas de investigación o simplemente para criticarla. Porque si se genera una opinión, la que sea (a favor o en contra, positiva o negativa), el conocimiento se mueve y evoluciona. La finalidad de compartir, de COMUNICAR el conocimiento, al menos desde mi punto de vista, es que otros puedan implementarlo, mejorarlo, depurarlo…, en definitiva que puedan aprovecharse de él y después volver a hacernos participes a todos de los logros que hayan conseguido, para de esta manera convertirlo en un continuo aprendizaje del que todos nos podamos beneficiar.

Esperando que les resulte de interés, les dejo con la lectura.

Reciban un cordial saludo.

Juan Ángel Anta

2. Tipos de Comunicación

Existen varias clasificaciones de la comunicación, atendiendo a diferentes características de la misma. No obstante, aquí se propone una clasificación genérica, fácil de entender y sin complicaciones, desde la que podamos partir, con el propósito de explicarles en qué tipo de comunicación se centra el desarrollo de este libro. Por lo tanto, atendiendo al medio de la transmisión de la información, tenemos 3 tipos de comunicaciones, a saber:

a. Comunicación Oral: Se transmite mediante el habla o el lenguaje.

b. Comunicación Escrita: Se transmite mediante la lecto-escritura.

c. Comunicación por Signos: Se transmite por signos hechos con nuestro cuerpo.

Ni qué decir tiene, que dentro de estos apartados se pueden incluir multitud de subapartados como, la comunicación que se realiza con el cuerpo al utilizar otro objeto (por ejemplo: golpear con la mano una mesa), o los ruidos creados por las personas al chasquear los dedos, o silbar, o utilizar el lenguaje de signos, entre otros. Estos podrían ser subgrupos de la comunicación por signos o subgrupos de la comunicación oral.

Con la intención de simplificar la clasificación, a la comunicación Oral la vamos a denominar comunicación Verbal, y a la comunicación por Signos, la denominaremos comunicación Corporal. Nos olvidamos de la comunicación escrita porque no se va hacer referencia a ella más que de forma meramente referencial, proponiendo por tanto, la siguiente clasificación de la comunicación:

a. Comunicación Verbal: La transmitida mediante la palabra.

b. Comunicación Corporal: La que se transmite con el cuerpo.

Es esta clasificación y la relación entre ambas comunicaciones, sobre la que se desarrolla el trabajo realizado que se muestra a lo largo del libro.

Hay que decir, que habrá quienes no estén de acuerdo en esta clasificación (yo lo respeto, aunque no lo comparta) y utilizarán argumentos del estilo de: “Hablar de comunicación verbal es demasiado genérico ya que ésta está compuesta por la comunicación verbal y la paraverbal, siendo la primera, lo que se dice y la segunda, cómo se dice”. Y razón no les falta, aunque sólo en parte.

También habrá quienes aleguen que la comunicación corporal se puede dividir en: corporal, kinética, facial, postural, y un largo etcétera. Correspondiendo la primera a los gestos del cuerpo, la segunda al movimiento del cuerpo, la tercera a la cara, la cuarta a las diferentes posturas que adoptamos sentados, de pie y hablando en grupo, y así sucesivamente. También éstos tienen su parte de razón.

No obstante, no es mi intención polemizar sobre estos aspectos, lo que quiero dejar claro es que, para mí, la comunicación verbal incluye a la verbal y la paraverbal, porque cuando hablamos, lo que decimos y cómo lo decimos forman un todo, una influye en la otra y el análisis de la misma debe ser global. De hecho, en el día a día, así solemos interpretar la comunicación, como un todo. Un ejemplo para ilustrarlo, ¿Por qué sabemos que cuando nuestra pareja nos ha dicho “te quiero” esta mañana, era eso lo que quería transmitirnos? Pues porque al oírlo, no sólo hemos prestado atención a lo que nos ha dicho “te quiero” sino también a cómo lo ha dicho, prestando atención a su tono de voz, a las pausas, a la velocidad del habla,…Por lo tanto, hemos valorado la comunicación verbal (qué dice) y la paraverbal (cómo lo dice) de forma conjuntas. Probablemente, también nos habremos fijado en su rostro y si nos sonreía, si nos ha acariciado cuando lo ha dicho, etc…, pero dejando a un lado la comunicación corporal para este ejemplo, fijándonos únicamente en la comunicación verbal, serían los rasgos verbales (y paraverbales) que les he indicado, los que nos llevarían a pensar que al decir “te quiero”, era eso lo que realmente quería decirnos. Por lo tanto, es la valoración del conjunto de la comunicación (en este caso verbal) lo que da la riqueza y hace que la entendamos mejor. De ahí que aunque sea cierto que hay una subcategoría dentro de la comunicación verbal llamada paraverbal, a efectos prácticos hablaremos únicamente de comunicación verbal y en ella entenderemos incluida la comunicación paraverbal. Esto es sólo a efectos de clasificación, porque evidentemente, a efectos de valoración o análisis, valoraremos ambas facetas (el apartado verbal y el paraverbal).

De igual forma, la comunicación corporal, a mi modo de ver, consta de todas aquellas comunicaciones en las que interviene el cuerpo, ya sea quieto o en movimiento, o se haga la comunicación con las manos o con la cara, para mí todo ello es comunicación corporal. Todos esos movimientos se realizan con el cuerpo ¿no?, entonces, nosotros lo denominamos, comunicación corporal.

Me parece más interesante analizar estas dos grandes “categorías” (comunicación verbal y comunicación corporal), tratando de detectar las interacciones que existen entre ambas y cómo se complementan, que dividir en “trocitos” muy pequeños la comunicación y analizarlos de forma independiente, cada uno por separado. Esto último, puede ser bueno para lo que se denomina la investigación primaría, para entender por ejemplo, qué músculos de la cara se mueven cuando mostramos alegría. Pero puede que no sea muy operativo, muy práctico. Imaginemos que hemos enumerado los músculos de la cara, y que sabemos que el músculo nº 14 se activa con la expresión de alegría, esto me sirve de bien poco si no soy capaz de ver cuándo se mueve ese músculo ¿verdad?

Por todo ello, realmente, pienso que es mejor entender el conocimiento de la comunicación como un ecosistema en el que se dan interrelaciones constantes e importantes de detectar, valorar y analizar. ¡Claro! Podrán decir, pero entonces ¿Por qué no considerar también la comunicación verbal y corporal como un todo? La respuesta es que si queremos que el conocimiento de la comunicación sea práctico (en este caso, práctico significa poder identificar ciertas emociones, actitudes e indicios de engaño y veracidad que nos ayuden en diferentes situaciones, como en una negociación, en una entrevista o en un interrogatorio), debemos fraccionar los diferentes tipos de comunicación hasta el momento en que ésta deja de ser operativa, esto es, hasta que deja de sernos útiles para tomar decisiones con respecto a lo que percibimos. Con ello no quiero decir ni que no existan los tipos de comunicaciones mencionados arriba, ni que no se deban estudiar y desarrollar, simplemente digo que mi visión y lo que yo pretendo transmitir es más pragmático. Nuevamente insisto, en que me parece más interesante conocer cómo se relacionan entre sí esos dos tipos de comunicaciones (Verbal y Corporal), qué es lo que quieren decir si las entendemos como un único ente, que identificar cada uno de los rasgos o indicios por separado. Entre otras cuestiones, porque muchos autores, entre los que me incluyo, coincidimos en la idea de que no se puede juzgar la comunicación verbal o corporal por un solo indicio (ni mucho menos por un indicio aislado, sacado de su contexto), sino que es necesario conocer el contexto, la situación, el estado de ánimo, a la persona y las circunstancias que rodean a ese indicio, a ese gesto, para poder entender su significado de forma correcta.

Y sobre todo, es necesario relacionar ese indicio con otros (corporales o no) que sean coherentes entre sí. Para mí, este es el quid de la cuestión. Sabiendo interpretar de forma adecuada esas interacciones, podríamos equivocarnos menos a la hora de determinar qué nos están comunicando y actuar en consecuencia. Por poner un ejemplo de lo que quiero transmitir: El doctor Paul Ekman (uno de los más destacados, si no el más, en el estudio de la comunicación corporal y sobre todo de la facial) ha llegado a identificar 7 tipos de sonrisas diferentes: sincera, amortiguada, falsa, burlona, desdeñosa, temerosa y triste, y seguramente encontraría más tipos si se realizaran más estudios ahondando en el tema. Es un estudio fabuloso, interesante y de gran entidad, no obstante, ¿Somos capaces, a simple vista, de decir que una sonrisa es burlona, desdeñosa, triste o amortiguada? ¿Es posible identificar esas sonrisas en una fracción de segundo? Posiblemente ser consciente de ellas, es decir, que las percibamos en la persona a la que estamos observando, sí sea posible, pero diferenciar unas de otras en tiempo real, sinceramente creo que es muy difícil, si no imposible. Entre otras cosas porque esta clasificación se ha logrado después de multitud de horas de grabación, de visionado a cámara lenta, de análisis de fotogramas y de muchas horas de entrenamiento de los entrevistadores en comunicación no verbal, algo que sería bastante difícil de realizar “al vuelo”, en el transcurso de una situación real.

Lo que sí parece menos difícil es, identificar clasificaciones más genéricas, gestos más genéricos, los cuales, teniéndolos en cuenta junto con otros rasgos o indicios de la comunicación (verbal y corporal), nos ayuden a tener más información acerca de lo que la otra persona quiere, y no quiere comunicarnos, y una vez obtenida esa información, poder tomar nuestras decisiones en función de nuestros intereses.

Por ejemplo, podríamos diferenciar entre una sonrisa forzada y no forzada, que junto con el tema de conversación y teniendo en cuenta además otros rasgos verbales y/o corporales, podamos llegar a la conclusión de que es una sonrisa que en realidad esconde tristeza, o que esconde desacuerdo, o que no es sincera.

Este tipo de análisis que propongo, tiene un matiz diferente importante, y es que, aunque se nutre de la especificidad de rasgos que posee cada emoción (cada una tiene unos rasgos concretos, identificados por Paul Ekman en sus diversos y minuciosos estudios), no se interpretan estos rasgos de forma aislada, sino junto con otros rasgos e indicios corporales y verbales, para llegar a una conclusión acerca de la persona valorada. En esta valoración se puede determinar que la persona está triste, alegre, enfadada, temerosa, sorprendida, disgustada, que está diciendo la verdad o que esconde algo. Entonces, en función de lo que esperábamos encontrarnos, y lo que hemos detectado observando el comportamiento verbal y corporal de la persona, actuaremos en consecuencia y realizaremos las preguntas (entrevista, interrogatorio, toma de declaración, etc…) que consideremos necesarias para esclarecer nuestras dudas, o para verificar o refutar determinados indicios previamente detectados.

A este tipo de análisis de la comunicación que pretendo desarrollar aquí, lo he denominado Análisis Verbo-Corporal (AVC).

3. ¿Qué es la Comunicación Corporal?

Sin ánimo de simplificar en exceso pero, al mismo tiempo, intentando no complicar las cosas, definimos la Comunicación Corporal como toda postura, gesto o movimiento que se lleva a cabo con el cuerpo, independientemente de la parte del cuerpo con la cual se ejecute, e independientemente de si nos estamos desplazando o estamos quietos en un sitio.

Consideramos comunicación corporal tanto el movimiento de los ojos, como las manipulaciones, tanto las posturas del cuerpo (por ejemplo: si estamos sentados con las piernas cruzadas y echados hacia delante), como la forma de aproximarse a alguien o a algo, o la forma de andar, entre otros muchos. Todo ello es parte de la Comunicación Corporal.

Este apartado se podría complicar si se intentaran seguir algunas teorías de la comunicación que defienden que para que exista dicha comunicación, es necesario que exista un receptor. Otras dicen que incluso no sería suficiente con la existencia del receptor sino que, además, sería necesario que ese receptor pudiera interpretar lo transmitido, o incluso, que aquello que se transmite causara una reacción en el receptor, el cual se convertiría a su vez en emisor, y entre receptor y emisor se va creando la comunicación, todo ello a través de un determinado medio de comunicación… Las ideas de estas teorías acerca de lo que debería ser la comunicación, son muy válidas para tratar de determinar, teóricamente, lo que se supone que es la comunicación, y tienen tanto detractores como defensores, pero no seré yo quien me incluya en ninguna de estas categorías, ni pretendo polemizar acerca de ello, ya que como mencioné antes, pretendo que lo que definamos sea, más bien, operativo, funcional, y prefiero no centrarme tanto en el aspecto teórico.

Lo que sí voy a interpretar como comunicación (y sirva tanto para la corporal como para la verbal a lo largo de todo el libro) es, cualquier acto que una persona realice cuando intenta expresar algo.

En el caso de la comunicación corporal, entendiendo por acto, todo gesto, movimiento, uso de otros objetos y posturas, entre otros. Sin que sea necesario que los demás lo vean, interpreten lo que se comunica o les cause reacción alguna, es decir, sin que sea necesario que un receptor (persona) le preste atención.

todo aquello que se comunica con el cuerpo